Se cierra el círculo contra la revolución siria
El 24 de noviembre
Estados Unidos e Irán firmaban en Ginebra un tratado provisional según el cual
Teherán congelará durante seis meses su programa nuclear a cambio de un alivio
de las sanciones. En este periodo se podrá negociar un acuerdo definitivo. El
pacto tiene el aval de la alta representante de la política exterior europea,
Catherine Ashton, y de los ministros de exteriores de Rusia, Francia, Alemania,
Reino Unido y China.
Israel pone el grito
en el cielo. Como siempre, fomenta el discurso del miedo, más todavía cuando la
lucha de los pueblos de la región ha hecho tambalear su marco de estabilidad.
Pero por detrás de toda la palabrería, Obama va haciendo su trabajo: sin armas
nucleares en Irán (y sin armas químicas en Siria) nada puede hacer sombra al
sexto ejército más grande del mundo. Y en el fondo queda una pregunta que no
tiene ninguna respuesta justificable: ¿Por qué Israel puede tener armamento
nuclear fuera de todo control internacional(…) e Irán tiene que ceder sino
quiere que lo ahoguen las sanciones? Todo el dispositivo imperialista está
trabajando para conseguir que Israel
-uno de los cuatro
países del mundo que no ha ratificado el tratado de no proliferación nuclear-
continúe siendo la única potencia nuclear en el Próximo Oriente, una zona
estratégica del planeta.
¿Por qué Irán acepta
las condiciones del imperialismo? La respuesta es en clave interna. Las
movilizaciones y el malestar entre la población, derivadas del impacto
económico de la crisis capitalista, agravado por las sanciones y la falta de
libertades (después del aplastamiento de la revuelta de 2008) podrían hacer
llegar a Irán la oleada revolucionaria que sacude, todavía, el Norte de África
y el Próximo Oriente. El paro, que ahora llega al 11’2% (3,5 millones) amenaza
dispararse. La tasa anual de inflación es del 39%. El rial, la moneda local, ha
perdido el 75% de su valor en dieciocho meses. Las exportaciones de petróleo
han pasado de 2,5 millones de barriles diarios en 2011 (por valor de 95.000
millones de dólares) a menos de un millón (69.000 en 2012). El dato de 2013
será más bajo todavía. Con el acuerdo se alivian las sanciones contra Teherán y
la posibilidad de empezar a exportar
crudo.
Pero la colaboración
entre el régimen de los ayatolás y el imperialismo en la región lleva años. De
hecho, Irán ha sido determinante para mantener el gobierno de la ocupación
americana en Irak de Nuri Al Maliki, que vivió el exilio entre Damasco y
Teherán. El 1 de noviembre pasado el primer ministro iraquí visitaba Washington
con el tema de las relaciones con Irán en la agenda y se ofrecía a facilitar el
último tramo de negociaciones.
El acuerdo sella la
unidad contra la Revolución Siria.
Los primeros a
felicitarse por el acuerdo fueron el dictador sirio Basar al-Asad y los
islamistas de Hezbollah, la milicia libanesa aliada de Teherán ,que combate en
Siria
junto al régimen.
También desde Irak, Maliki lo saludó como un «gran paso para la seguridad y
estabilidad» de la región. La negociación del acuerdo se ha cruzado con la
amenaza de ataque imperialista en Siria. El teatro de los enfrentamientos entre
los intereses de Irán y los del imperialismo en cuanto al régimen sirio se
desvanece y se evidencia el acuerdo de fondo entre el imperialismo y los
Ayatolás: ahogar la lucha de la juventud y de los trabajadores.
Se cierra el círculo
y el imperialismo pacta con los principales aliados del régimen sirio: primero
con Rusia la entrega del arsenal químico sirio para evitar un ataque directo; y
ahora con Irán que renuncie a disputar a Israel la hegemonía militar en la
región. Parece que se acaban las discrepancias y certifica el frente de «todos»
contra el pueblo de Siria. Al-Asad puede estar tranquilo: nadie desde
fuera se interpondrá en su camino. Tampoco es casual que la otra contraofensiva
de la contrarrevolución, el golpe de estado de Egipto que cuenta con el apoyo
de los norteamericanos y de Israel, también contara con el apoyo del régimen de
Bashar Al Assad.
Con el acuerdo entre
los Estados Unidos e Irán, el régimen de Al Assad tiene carta blanca para
reventar la Revolución, hoy todavía más aislada. Los días en que se firmaban
los acuerdos, el régimen lanzaba una nueva ofensiva en la región de Qalamun
contra las posiciones rebeldes con el apoyo de Hezbollah y de las milicias
chiítas iraquíes.
Hace falta la
solidaridad internacional con la lucha del pueblo sirio.
La Revolución Siria
se enfrenta con un gobierno a quien no ha faltado armamento que llega de la
base rusa y de Irán, mientras se aplica el embargo de los Estados Unidos y la
UE contra las fuerzas revolucionarias. La entrada de armamento procedente de
Qatar y Arabia Saudita, y consentida por Turquía y con cuentagotas, ha sido
dirigida a sectores islamistas (Al Nusra y el Ejército islámico de Irak y
Siria), que luchan por objetivos totalmente ajenos a la Revolución y han
impuesto un choque sectario, que ha traído enfrentamientos con los comités
locales, el ejercido sirio libre y los kurdos.
Pero a pesar de este
brutal aislamiento, la resistencia del pueblo sirio contra el régimen no para,
Posiblemente porque los 150.000 muertos y las decenas de miles de detenidos,
desaparecidos y torturados son muchas razones para continuar la lucha. Pero la
izquierda internacional, la que se tendría que poner del lado de este pueblo
contra el tirano, el imperialismo y el bloque de grandes potencias que quiere
estabilidad a cualquier precio, ha abandonado a este pueblo. Quienes se
identifican con el chavismo lo hacen abiertamente, apoyando al régimen asesino.
Los Partidos Comunistas, abonados a las teorías conspiratorias, niegan la
existencia misma de la revolución. Y otro sector dice «que no se moja» porque
todo es «muy complicado», que exige una revolución «pura» para implicarse
imponiendo en el pueblo sirio unas condiciones que esta izquierda no se aplica
en su práctica cotidiana. Y con esta política de unos y otras, la izquierda
siria está cada día más aislada, sin armamento y sin apoyo político ni
material, mientras que el islamismo va imponiéndose sobre el terreno, con la
fuerza que le llega de fuera. Basta de silencio cómplice, hace falta de una vez
por todas, poner en marcha la solidaridad internacional con el pueblo de Siria.
Josep Lluís del
Alcázar y Layla Nassar
Militantes de Lucha
Internacionalista
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