EL MANUAL CATÓLICO PARA SUMISAS: "LA
MORTIFICACIÓN NOS GUSTA"
Por: EL
PAÍS | 27 de noviembre de 2013
Pocas veces
un libro ha levantado tanta polvareda y tantas críticas en contra. Y, lo que es
más llamativo, ha unido a los partidos políticos. Cásate y sé sumisa
es un libro escrito por la periodista
italiana Costanza Miriano y editado en España por la editorial Nuevo Inicio,
creada por el polémico arzobispo
de Granada, Francisco Javier Martínez, uno de los prelados más conservadores de
la jerarquía eclesiástica.
El título ya
dice mucho, y que esté expresado en imperativo, aún más. Si a eso le añadimos
el párrafo de la contraportada usado por la editorial para promocionarlo en su
página web, pues la mecha se enciende sola: “Ahora es el momento de aprender
la obediencia leal y generosa, la sumisión. Y, entre nosotras, podemos
decirlo: debajo se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está
debajo sostiene el mundo”.
De inmediato
surgieron las críticas, venidas de todos sitios. Sobre todo, lógicamente, de
colectivos de mujeres. Por ejemplo, la
presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas,
Ana María Pérez del Campo, dice que se trata de “un manual clarísimo de
violencia” pues “esclaviza a la mujer”. Los partidos políticos no
tardaron en reaccionar. IU ha instado a la
fiscalía a que investigue si el libro hace “apología
de la violencia contra las mujeres”. El PSOE andaluz ha exigido al Arzobispado
la inmediata retirada del libro porque lo considera “discriminatorio y
sexista”. Y hasta el PP también ha pedido al arzobispo que “rectifique” porque
el libro es “un auténtico
despropósito”.
El pasado lunes, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, a quien se
había criticado que no se pronunciara al respecto, pidió públicamente la
retirada de la publicación porque es “una falta
de respeto a las mujeres”, y así se lo ha hecho saber al Arzobispado
a través de una carta enviada por la directora del Instituto de la Mujer.
Y, ante tal vendaval de críticas, ¿qué ha dicho el arzobispo? Pues el 15 de noviembre publicó un largo comunicado en su página
web para defender el libro y, más o menos, hacerse el mártir. A
Francisco Javier Martínez le consta que el libro “está ayudando a muchas
personas” porque es una obra “evangelizadora” que “no justifica, excusa o
promueve ningún tipo de violencia contra la mujer”, algo que “sí que favorece y
facilita, en cambio, la legislación que liberaliza el aborto, al igual que
todas las medidas que debiliten o eliminen el matrimonio”. Se refiere al de
hombre y mujer, claro. El arzobispo asegura que su postura sobre el libro está
“acorde con las enseñanzas de la Iglesia”, pero lo cierto es que las críticas
se han producido incluso dentro de la propia jerarquía eclesiástica. El obispo de
Bilbao, Mario Iceta, ha dicho que el título del libro “no refleja lo que piensa
la Iglesia” en torno al matrimonio, y cree que es “provocador” y
“desafortunado”. Iceta habla solo del
título porque reconoce que no ha leído el libro, al igual que el portavoz de la
Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, quien afirma que “la
sumisión no se corresponde con la doctrina de la Iglesia ni el Evangelio”
y que la obediencia cristiana “no es una obediencia cuartelera”. Pero
Tamayo también advierte de que para opinar sobre un libro hay que “pasar de la
entradilla”.
Precisamente ese ha sido el primer argumento de defensa del arzobispo sobre
el libro, que todos opinaban del título y del párrafo de la contraportada, pero
que parecía que nadie se lo había leído. Llegados a este punto, ¿es para tanto
lo que se dice en el libro? ¿Se trata solo de un título provocador que luego se
diluye en el contenido? Para averiguarlo, pues, habrá que pasar de la
entradilla, como dice el portavoz de la Conferencia Episcopal.
Cásate y sé
sumisa está
estructurado como cartas de Costanza Miriano (42 años, casada y con cuatro
hijos) a amigas y amigos, acompañadas de reflexiones -en tono distendido- sobre
su experiencia como esposa y madre. Para Miriano, el éxito en el matrimonio pasa por la
sumisión de la esposa al marido. “Tendrás que aprender a ser sumisa, como
dice San Pablo”, dice en el texto. Y lo explica: “Cuando San Pablo le dice
a las mujeres que acepten estar debajo, no piensa ni mucho menos que sean
inferiores”. “La sumisión de la que habla San Pablo es un regalo, libre como
todo regalo, porque, si no, sería una imposición”.
No será por
imposición, pero para la autora queda claro que la mujer no se sitúa en
un plano de igualdad con el hombre, sino por debajo, aunque lo diga San
Pablo y Miriano se empeñe en que estar debajo no es ser inferior. Por lo
pronto, nada de repartirse tareas o compartir sacrificios. La escritora
se muestra en contra de lo que llama la “lógica del contrato en el matrimonio”:
“Yo he cuidado a los niños para que tú fueras a jugar a fútbol-sala, tú tienes
que quedarte con ellos ahora para que yo vaya al gimnasio. Más que una pareja,
una empresa. Y las empresas se abren y se cierran según las exigencias del
mercado. Así se entiende el vertiginoso aumento de los divorcios, con las
mujeres poniendo en crisis los antiguos equilibrios -a veces con razón-, pero
sin saber proponer otros nuevos”.
Así que la
esposa, mejor que se quede en casa y en la cocina, y que se esmere en ello, ya que en otro pasaje le espeta a
una amiga: “Es verdad, todavía no eres una cocinera experimentada ni un ama de
casa perfecta. ¿Qué problema hay si te lo dice? Dile que tiene razón, que es
verdad, que aprenderás. Al ver tu dulzura y tu humildad, tu esfuerzo por
convertirte, también él se convertirá”.
Parece claro
el papel que debe asumir cada cual en el matrimonio. “Cuando se trata de la
vida en pareja (…), tres pasos atrás. Y hay que hacerlo aun cuando no entiendas
el motivo, aun cuando estés íntimamente convencida de tener razón”, dice en
otro párrafo. Y nada de discutir: “Si algo que él hace no te parece bien,
con quien tienes que vértelas es con Dios”, porque “Dios te ha puesto al
lado de tu marido, ese santo que te soporta a pesar de todo”, le dice a su
amiga, porque, según Miriano, “cuando tu marido te pone furiosa siempre me
parece que es por insignificancias”. Así que le aconseja: “En caso de
duda, sin embargo, obedece. Sométete con confianza”. Porque el marido
es como Dios: “Luigi [el supuesto marido de su amiga] es el camino que Dios ha
elegido para amarte, y es tu camino hacia el cielo. Cuando te dice algo, por lo
tanto, lo debes escuchar como si fuera Dios el que te habla (…) porque con
frecuencia ve con más claridad que tú”. “¡Sin Luigi, Margherita no es
plenamente ella misma!”.
Si eso no es
anular a la mujer, que venga Dios (o San Pablo, o el arzobispo) y lo vea. Porque
Miriano ahonda en ello: “¿Tengo que darle la razón aun cuando no la
tenga? Yo diría que sí”. “Si solo acoges aquello que es conforme a ti,
aquello que tú piensas, no estás casada con un hombre, sino contigo misma. En
lugar de hacer eso, debes someterte a él”. Pero, tranquila, que no pasa nada:
“Te dará miedo, porque abandonar tus propias convicciones es algo horrible.
Pero no te estás arrojando al vacío, te estás arrojando a sus brazos”.
Para la
autora del libro, la sumisión es la actitud que debe tomar la esposa para que
el marido le haga caso: “Comprobarás, te lo puedo asegurar, que un hombre no se puede resistir a
una mujer que lo respeta, que reconoce su autoridad, que se esfuerza lealmente
en escucharlo, en dejar a un lado su propio modo de ver las cosas, que se
muerde la lengua, que acepta por amor recorrer caminos muy distintos a los que
ella hubiera elegido de estar sola”. “Poco a poco será él el que vaya a
preguntarte qué piensas, qué hay que hacer, por dónde debe encaminarse la
familia. Y ese respeto se conquista con el respeto, esa devoción con la
sumisión”.
Una sumisión
que roza el masoquismo: “La mortificación nos gusta porque es para alcanzar un bien mayor, y ese
bien es acoger a tu marido, por consiguiente, engendrarte a ti misma”, se puede
leer en el libro. “Es un esfuerzo de elasticidad continuo, y muchas veces te
podrá parecer que tú le has dado mucho, cuando en realidad has permanecido en
tu egoísmo”. Tenía razón el arzobispo, para criticar el libro hay que
leerlo. Y, una vez rebasada la entradilla, se puede comprobar que el título,
quizá, se queda corto.
Fuente: www.elpais.com

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