21 de
octubre de 2013
Por Sara
Doval
La pobreza
está afuera de nuestra burbuja artificial e hipócrita occidental, nos tocaron
la deuda, nos tocaron el sistema financiero, nos tocaron los derechos ¿acaso
pensábamos que éramos dioses? ¿Por un momento pensamos que nuestra burbuja
jamás se iba a resquebrajar? Pues la realidad daño nuestro cristal, la furia de
la sinrazón, del egoísmo del capital nos ha derribado, y la cosa acaba de
empezar…
La realidad es que de los 7000 millones de almas de nuestra nave llamada
Tierra el 80% de la población está hundida en la mierda, en la miseria desde
hace años, los mismos años que nosotros, los “ciudadanos” occidentales llevamos
mirando para otro lado, desde el otro lado, desde nuestra burbuja que aunque
era frágil y de cristal, también era turbia y opaca, no quisimos mirar y
seguimos sin hacerlo, pues eso significaría un baño de realidad que no
sabríamos que hacer con él. Pero la coraza ha caído.
La realidad que devora a la mayoría de la población mundial no descansa
ni un solo día, es desgarradora, es agresiva y huele a muerte.
Desde nuestro acomodado sofá, desde nuestro mando a distancia elegimos
la realidad que queremos vivir, esa realidad que pensamos que es nuestro
micro-mundo, que hipócritas, cambiamos del fútbol, a Corazón Corazón, y
después… en el telediario a la hora de comer tenemos que “soportar” las duras
imágenes de la realidad: ahora le toca al televidente observar a los huesudos
niños somalíes, tranquilamente cambiamos de canal o simplemente masticamos la
comida de nuestra boca más pausadamente compadeciéndonos de los pobres críos,
maldiciendo a los gobiernos, dictadores, banqueros por consentir tremenda
injusticia, pero pronto caemos en la cuenta de que no podemos dar ni un solo
euro para frenar el hambre, pues una de dos, o tengo que ahorrar por la crisis,
no llego a fin de mes, o quizá pensamos rápidamente que realmente no sabemos si
nuestro dinero llegará hasta el terreno…y la cosa, tristemente, se queda ahí,
hasta el próximo telediario, hasta la próxima tragedia.
Pero resulta evidente que sí podemos frenar el hambre, ¡¡que sorpresa¡¡
¿verdad? actualmente somos cómplices dentro de nuestra burbuja occidental con
el sistema, algunos intentan, con poco éxito, hacer la revolución desde el
mando a distancia, pero la mayoría somos cómplices porque miramos a otro lado,
somos cómplices de la esclavitud mundial al poder, al capital, porque nosotros
los occidentales sustentamos el sistema, a los que tanto odiamos entre bocado y
bocado, sustentamos con nuestra indiferencia, a los dictadores, los
gobernantes, los lobbys, las multinacionales, los bancos, el FMI, la UE, BCE,
FAO, tienen nombre y apellidos y son zombis del dinero y del poder, y están
ahí, delante de nuestras narices, están tan seguros de nuestro “duerme vela”,
que se han atrevido a cagarnos encima, dentro de nuestra burbuja, porque saben
que la mayoría no vamos a reaccionar. Pero realmente ellos son sólo unos pocos
de miles, comparados con los miles de millones de pisados y parias a los que
oprimen, ¡¡démonos cuenta de una puñetera vez de que somos las masas borregas
que les sustentamos¡¡ y dejemos de hacer caso al perro-pastor que nos está
llevando al acantilado.
La mundialización de la rebelión, la indignación es la herencia que nos
habéis dejado a los jóvenes, nosotros tenemos las armas, tenemos la
información, tenemos la red, tenemos la educación, y lo mas importante tenemos
la rabia del pueblo y los viejos rebeldes ya no están solos, jamás serán cuatro
gatos, nunca más, el despertar es mundial, vean, vean la televisión y verán que
algo esta cambiando.
Los jóvenes que quieren pan para todos, justicia y libertad en cualquier
parte del mundo, no son los que se gastan 2000€ en un billete de avión para ver
al Papa, son los que están en cada barrio con su pequeña realidad, esperando el
cambio, pero no están sentados esperándolo, van a por él, están en las plazas
intentando despertar a los zombis, a las ovejas.
La pobreza es la realidad que está ahí fuera. En un país de África,
existe una señora muy digna, que vive con sus 5 hijos en una pequeña
habitación, en la habitación no hay nada mas que una olla, es la inversión de
su vida, la olla es la diferencia entre la vida y la muerte de sus pequeños,
pues esa olla es en la que cocina el arroz que después venderá en el pequeño
mercado local y que después de todo el día, los beneficios los repartirá para
comprar mas arroz y dar algo de comer a sus pequeños, al día siguiente se
repetirá el mismo ritual, esa es su realidad, en este caso la vida de 6
personas depende de una olla y como ella miles de millones están en esa
batalla: la de sobrevivir.
Salgamos de nuestra realidad ficticia y seamos valientes, veamos esa
olla, y cambiemos el mundo, jamás fue tan necesario y urgente.

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