sábado, 1 de diciembre de 2012

“QUE VA SER DE LAS NACIONALIDADES HISTORICAS CON EL AVANCE DE LA DERECHA EN ESPAÑA”

Deriva Nacionalista

Artículos de Opinión | Víctor J. Sanz | 01-12-2012 | 
 Durante la campaña electoral catalana, la mayoría de los medios de comunicación de alcance estatal o mayoritariamente estatal, han utilizado casi invariablemente la expresión "deriva soberanista" para referirse al proyecto independentista liderado por el representante de Convergencia i Unió, Artur Mas.
Si uno busca en el diccionario el término "deriva" encontrará que pertenece al vocabulario marítimo y que significa "Abatimiento o desvío de la nave de su verdadero rumbo por efecto del viento, del mar o de la corriente." Esto significa que la expresión "deriva soberanista", en opinión (sí, opinión) de esos medios de comunicación, vendría a equivaler, más o menos a: "el desvío de la nave (Cataluña) de su verdadero rumbo (España), por efecto del viento, del mar o de la corriente (Artur Mas)". Las connotaciones negativas que incluye la expresión han sido pasadas por alto, con mayor o menor intención, por todos y cada uno de los periodistas y por todos y cada uno de los medios de comunicación que la han utilizado con una profusión nada profesional.
Los argumentos de quienes han utilizado esta expresión y otras mucho menos elegantes, en contra de una hipotética independencia de Cataluña, han sido tan variados como frágiles; y han circulado desde la amenaza (!tendrán que salir del euro¡), hasta el menosprecio compasivo (¿qué es Cataluña sin España?), pasando por el sometimiento al estilo machista (¡que se jodan, ellos son españoles y seguirán siéndolo!) o pasando por el rechazo a la propia consulta a la ciudadanía sobre el hecho mismo de la independencia. Y es quizás, a pesar de las demás lindezas, esta última postura, la del rechazo a la propia consulta, la más frágil e impresentable de todas. No preguntemos a la gente, no sea que no piensen como nosotros, podría resumirse la estúpida y dictatorial postura anti-referéndum, en un lenguaje más coloquial.
Decía un tertuliano que si los independentistas sumaban "sólo" un 60% de los votos, y ganaran un hipotético referéndum ¿qué haríamos con el 40% que no quiere la independencia? El buen señor no se daba cuenta de que la pregunta lógica era más bien: y si ni siquiera hacemos el referéndum, ¿qué hacemos con el 60% que sí desea la independencia y se tiene que someter a la minoría? o ¿qué es eso sino exactamente lo mismo que ocurre a nivel nacional con el gobierno del PP, que solo es la mayoría de entre quienes ejercieron su derecho al voto, de entre quienes lo tienen, de entre quienes son españoles, es decir, una minoría como otra cualquiera?
Todos los medios en todos sus informativos y en los programas de tertulianos de vuelta de todo, repetían, y aún lo hacen, la expresión "deriva soberanista", constatando con ello que la única deriva es la informativa, que en lugar de informar intenta condicionar e influir en la opinión de los oyentes, opinando desde la simple mención, sobre el más destacado punto del programa electoral de CIU.
Es tal vez esa especie de "deriva informativa" en que se enfangan muchos medios, lo que lleva a otro tertuliano a decir que "el fracaso del proyecto independentista de Mas es un alivio", que él "no quiere ningún enfrentamiento con Cataluña más allá de un buen Barça-Madrid". Está muy claro, él como otros muchos que también desaprovechan su capacidad para pensar, no quiere ningún enfrentamiento con Cataluña, tan solo quiere el sometimiento silencioso de esa comunidad.
¿Es, tal vez, el nacionalismo una clase de machismo? ¿No es acaso equiparable al machismo, la actitud del centralismo oficial de desear por encima de cualquier razonamiento, el sometimiento de otras voluntades sin siquiera preguntarles por su parecer? ¿Qué es el «amor» que le profesa el machista-maltratador a su pareja-víctima sino una de las peores clases de odio?
El nacionalismo podría definirse de muchas maneras, pero la que mejor define este comportamiento de unos y otros, vendría a ser como la versión moderna de la primitiva necesidad del individuo de identificarse con un clan; de pertenecer en fin, a una entidad de rango superior al individuo y en nombre de la cuál poder actuar desde una suerte de anonimato, como no lo haría, probablemente, en su rango de ente individual.
Esa necesidad primitiva pervive aún hoy en muchas personas, tal vez demasiadas; y llega incluso a ser motivo de serias disputas entre ellas y el resto. Con base en su correspondiente bandera, este tipo de individuos pretenden demostrar al resto una supuesta superioridad, por supuesto sin base científica alguna, y que vendría avalada por la simple adscripción a dicha bandera (?). Es decir, una estupidez retroalimentada que se muere de hambre en cuanto nos frotamos los ojos.
La "deriva soberanista" con la que desde el centralismo más aberrante se define el proyecto de CIU, adolece del mismo mal, que podríamos llamar "deriva nacionalista", y cuyos principales e incansables actores son el trío formado por los partidos del arco parlamentario que va desde la derecha moderada hasta la extrema derecha, es decir PSOE, PP y UPyD. Estamos pues ante la utilización, una vez más, de una bandera como excusa para agredir y someter a nuestros semejantes cuando forman un grupo menos numeroso.
Pero por muy pequeña que pueda llegar a ser la víctima de ese nacionalismo de pensamiento unidireccional, que no es capaz de ponerse en la piel del prójimo por muy cerca que tenga la ocasión y al prójimo, siempre habrá alguien más pequeño a quien agredir, y si no lo creen vean este vídeo.

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