EL RECIBO DE LA LUZ SE
DISPARA POR EL NUEVO SISTEMA DE PRECIOS Y LA MENOR APORTACIÓN DE LAS RENOVABLES
La cotización
de la energía en el mercado diario, que ahora va directa al recibo, está en
máximos anuales
El Gobierno
ha improvisado un nuevo método de cálculo de la factura tras anular la polémica
subasta de diciembre pasado
No reformó la
parte mollar del sistema, la bolsa mayorista donde se forman los precios
04/10/2014 - 20:32h
Soria dice que la reforma energética "no se ha acabado" y ya es
capaz de rebajar los precios
El nuevo sistema de
formación de precios de la luz que el Gobierno puso en marcha el pasado mes de
abril está propiciando un incremento galopante del recibo en los últimos meses
(nada menos que del 11% sólo en el último trimestre) para los cerca de 16
millones de consumidores domésticos acogidos a este sistema.
Una tendencia alcista
que, a la vista de la evolución que han tenido en los últimos días los precios
del mercado mayorista de electricidad (conocido como ‘pool’) puede ir a más,
aunque dependerá fundamentalmente de la meteorología y, en concreto, de la
lluvia y el viento. Los factores estacionales (la menor aportación de las
energías renovables) y esta nueva metodología de precios son las principales
razones que apuntan los expertos del sector como explicación para las subidas,
que están vinculadas a la parte del recibo vinculada a la energía. Esta supone
en torno al 37% del total que paga el usuario.
El Gobierno decidió
implantar en abril la nueva tarifa, basada en una media ponderada de la
cotización diaria del mercado mayorista de electricidad (conocido como ‘pool’),
en lugar de en una subasta a futuro, como sucedía hasta entonces.
Industria se sacó de
la manga esa nueva metodología tras la repentina anulación, en diciembre, del
anterior sistema, después de una polémica subasta que hasta entonces siempre
había avalado por considerar que esas pujas “favorecen al consumidor”, como
llegó a asegurar en sede parlamentaria. Desde su implantación en 2009 hasta su
eliminación, se calcula que los consumidores pagaron con esas subastas
(conocidas como Cesur) un total de 1.617 millones de euros de más por
la parte de su recibo que corresponde al coste de la energía.
Ese sobrecoste se
producía porque, en la mayoría de los trimestres, el precio que pagaban los
clientes (el que se fijaba en esa subasta Cesur) era muy superior al que luego
marcaba el 'pool' (donde las empresas de generación venden la energía a las
comercializadoras).
Sin embargo, no fue
hasta diciembre cuando el Gobierno decidió cargarse la Cesur, porque entendió
que la subasta de ese mes había deparado una subida inasumible para el usuario.
La puja coincidió con la negativa del Gobierno a liberar dinero público para
enjugar el multimillonario déficit de tarifa (desfase entre costes e ingresos
regulados del sector).
Con su supresión, el
Gobierno se quitó de encima la incómoda revisión trimestral de los precios (un
engorro político) y se garantizó precios más bajos a corto plazo, ya que
su puesta en marcha coincidió con una época de fuertes lluvias, muy propicia
para la hidráulica, que deprime los precios de la energía en el mercado
mayorista.
Así, la previsible
bajada del recibo llegó gracias a que los precios del 'pool' en el primer
trimestre se quedaron en sólo 26 euros por MW. Pero fue breve. Con la llegada
del verano y la menor aportación de la eólica, principal tecnología renovable,
la entrada en funcionamiento de las fuentes de generación más caras (carbón de
importación y gas natural) ha hecho que los precios mayoristas se dupliquen,
hasta los 52 euros del último trimestre.
En septiembre, y de
acuerdo con los datos del
operador del sistema, Red Eléctrica, la producción eólica (que, como
el resto de energías renovables y la nuclear e hidráulica, deprime los precios
del ‘pool’ porque entra en esa bolsa a coste cero) apenas representó el 10,3%
de la tarta de generación, casi la mitad de la media del acumulado de este año
(19,9%).
En concreto, la eólica
aportó el mes pasado 2.900 megavatios (MW), mientras que la media del año
supera los 6.000 MW. Y en el sector calculan que si en el sistema hubiera
habido 3.000 MW más de viento, el precio se habría contenido en torno a los 50
euros de megavatio, frente a los 59 euros en los que cerró septiembre.
La mala noticia, mal
que le pese al ministro José Manuel Soria, es que esa coyuntura inflacionista
persiste. Ante la ausencia de viento, el pasado viernes la cotización del
'pool' marcaba un nuevo máximo anual de 69,9 euros, cota que, de mantenerse en
esos niveles, va a reflejarse en las próximas facturas, por mucho que el
Ministerio de Industria haya insistido esta semana en que el encarecimiento de
la factura es más una “sensación” que una realidad.
La idea de vincular el
recibo de forma directa al coste de la energía en el 'pool' es defendida por
muchos expertos, pero su puesta en práctica cojea, en primer lugar, porque la
inmensa mayoría de hogares no tiene un contador de telemedida que le permita
ajustar el consumo al precio de cada día. En su ausencia, los precios se
calculan en función de una media ponderada de la cotización del 'pool' en los
dos meses precedentes. Y es difícil que el cliente discrimine así su demanda.
Los críticos del oligopolio eléctrico
que forman las cinco compañías verticalmente integradas del sector (Iberdrola,
Endesa, Gas Natural, EDP y E.ON) también consideran que el problema de fondo es
que el Gobierno, en el maremágnum legislativo de la reforma eléctrica, se ha
preocupado más por poner coto al descomunal déficit de tarifa, castigando a las
renovables y sus denostadas primas, que por atacar el problema de raíz: el
funcionamiento del 'pool', un mercado marginalista en el que todas las
tecnologías acaban cobrando lo mismo, independientemente de sus costes de
producción. Un “ mercadillo”, como lo define el empresario y
vicepresidente de la Fundación Renovables, Jorge Morales de Labra.
Fuente: www.eldiario.es
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