Matar el modelo
cooperativo y matar a Mondragón porque fracase uno de sus negocios es absurdo.
Fagor Electrodomésticos ha sido víctima de un exceso de ambición, al comprar el
grupo francés Brandt en 2005, combinado con la burbuja inmobiliaria y la caída
del consumo.
18/10/2013
- 11:16h
Cuando uno entra en una fábrica
se suele encontrar máquinas que hacen cosas sorprendentes. Artilugios complejos
capaces de mecanizar las piezas más complejas que uno se pueda imaginar para
cualquier sector industrial. Son las llamadas máquinas herramientas, que con un
alto desarrollo tecnológico permiten a las empresas ser más competitivas.
España es una pequeña potencia europea en este ámbito gracias a empresas como
el Grupo Danobat, una pujante cooperativa de Mondragón. Estas mismas máquinas
llevan unas pantallitas en una caja que sirven para controlarlas y que fabrica
con éxito mundial Fagor Automation, otra cooperativa. La lista de cooperativas
industriales es larga, aunque poco conocida.
Los ascensores de Orona
compiten con los de las grandes multinacionales, las estructuras de Urssa
sorprendieron a Frank Gehry cuando diseñó el Museo Guggenheim, los componentes
de Maier están en todos nuestros coches y podríamos seguir con Batz, Fagor
Arrasate, Copreci, Orlik... La lista ilustra éxitos de negocio cooperativo.
Todos impulsados por la filosofía de un cura de perfil social hace ya 50 años,
José María Arizmendiarrieta.
Fagor Electrodomésticos está en
una situación delicada, pero es solo una pata del grupo Mondragón. Es el 7% del
empleo y el 9% de las ventas de un grupo que emplea a 80.000 personas y que
cuenta con una división industrial, otra financiera (Laboral Kutxa) y otra de
distribución (Eroski). Es una estocada difícil, pero nada que no hayamos visto
en otras empresas con formas societarias más comunes.
Matar el modelo cooperativo y
matar a Mondragón porque fracase uno de sus negocios es absurdo. El hecho de
que los trabajadores sean los propietarios no impide que se gestione mal o que
se caiga el mercado. Fagor Electrodomésticos ha sido víctima de un exceso de
ambición, al comprar el grupo francés Brandt en 2005, combinado con la burbuja
inmobiliaria y la caída del consumo.
Casi con toda probabilidad
Mondragón está viviendo el peor momento de su historia. Por motivos varios se
ha iniciado un linchamiento colectivo y una descalificación del modelo. Lo
primero que se debe tener claro es que en una cooperativa los trabajadores son
los dueños de la empresa, para lo bueno y para lo malo. En los beneficios y en
las pérdidas. Lo segundo, es saber que las cooperativas de Mondragón tienen
unos mecanismos de solidaridad y recolocación que no existen en ningún otro
tipo societario, mecanismos de economía social. Y lo tercero, es que Mondragón
es un conglomerado empresarial federal de solidaridad, representación y
cooperación, pero cada empresa tiene vida propia y no se consolidan los
resultados.
El futuro de Fagor
Electrodomésticos es incierto, pero el daño que esta crisis está haciendo al
grupo es injusto en lo social y en lo empresarial. Tal vez Mondragón debiera
ser capaz de levantarse y gestionar la crisis con transparencia. Está
recibiendo acusaciones de que no lo hace, pero un problema de comunicación no
inhabilita un modelo empresarial que ha generado bienestar y riqueza y que debe
seguir haciéndolo.
Fuente: http://www.eldiario.es/

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