Esclavos de España
por CARLOS MARTÍNEZ SHAW
Como es bien sabido, la mayor catástrofe que se abatió sobre el África subsahariana en los tiempos modernos fue la trata de esclavos. Sus protagonistas fueron sobre todo los mercaderes europeos establecidos en las factorías esclavistas de la costa (portugueses primero y después holandeses, franceses e ingleses), que impulsaron la transferencia masiva y forzosa de las poblaciones africanas hacia el continente americano, esencialmente para servir de mano de obra a la economía de plantación practicada en las colonias de todas estas potencias y de la monarquía hispánica, que sólo tuvo acceso a las fuentes de abastecimiento de esclavos más tardíamente, ya a finales del siglo XVIII.
Este hecho ha sido en buena parte responsable de que sobre el comercio y la explotación de los esclavos africanos en la América española hayan corrido determinados tópicos que aún hoy siguen desorientando al curioso que no está especializado en esta temática. Libros como La esclavitud en las Españas y La Corona española y el tráfico de negros, aunque en diversa medida y desde diferentes perspectivas, vienen a aclarar algunos puntos esenciales para comprender el fenómeno y así contribuir a mejorar el deficiente conocimiento que se suele tener acerca de tantos aspectos de nuestro pasado.
Además, naturalmente, hay que distinguir entre el comercio de esclavos y el mantenimiento de la esclavitud, que aún se prolongó más: la I República la abolió en Puerto Rico en 1873 y el gobierno liberal de Sagasta la suprimió en Cuba en 1886, sólo dos años antes de que lo hiciera Brasil, el último país oficialmente esclavista. Siguiendo a Jordi Maluquer de Motes, ya la primera decisión desmovilizó, por considerar inevitable el fin del sistema, a los grupos favorables a la continuidad de la esclavitud en las Antillas, incluyendo a la llamada “Liga Nacional” constituida poco antes en Barcelona y a cuyo nacimiento habían asistido todas las fuerzas vivas de la ciudad (y alrededores): dos obispos, cinco alcaldes, dos presidentes de la Diputación, diez catedráticos de la Universidad, veinte diputados y senadores, varios directores de grandes diarios y numerosos comerciantes, armadores y banqueros, entre ellos once accionistas del Banco Hispano-Colonial y 24 consejeros de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona.
Prosperidad pero obviamente no para todos. Una historia de la esclavitud necesita no sólo de estadísticas macroeconómicas, sino de análisis más complejos que tengan en cuenta los aspectos políticos, sociales y morales: la conspiración de los poderes, la indignidad intrínseca del sistema, la crueldad de los poderosos, el sufrimiento de los sometidos, la miseria moral de los que justificaron o quisieron ignorar la existencia de aquel “infierno que nunca acaba”. En estos dos libros el lector encontrará materia para conocer mejor las innumerables vertientes de una realidad oceánica y poliédrica que condicionó el devenir del mundo (y, naturalmente, de España) durante cuatro siglos de su historia.
La esclavitud en las Españas. Un lazo transatlántico. José Antonio Piqueras. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2012, 262 páginas. 19 euros.
La Corona española y el tráfico de negros. Del monopolio al Libre Comercio. Reyes Fernández Durán. Editorial del Economista. Madrid, 2012. 412 páginas. 20 euros.
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Artículo publicado en Babelia, suplemento cultural de EL PAÍS, el sábado 9 de junio de 2012
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CARLOS MARTÍNEZ SHAW es miembro de la Real Academia de la Historia.
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