LA REPRESIÓN EN CEUTA Y EN EL
PROTECTORADO
FRANCISCO
SÁNCHEZ MONTOYA 29/05/2012 18:20 Actualizado: 29/05/2012 18:40
Yagüe paseando por Ceuta tras el golpe militar.
En Ceuta, y
lo que fue la zona occidental del Protectorado en Marruecos más que de guerra
habría que hablar de represión, pues no hubo combates ni operaciones militares.
La barbarie desencadenada fue tan intensa y extendida que no sólo la sufrieron
los que habían defendido la República con su labor política y sindical, sino
que también cayó la misma sobre aquellos que eran simplemente más abiertos, los
incrédulos por cualquier motivo, los que habían destacado en empresas
culturales y actividades públicas o simplemente aquellos denunciados por
rencillas personales, odios y deudas, de los que se nutrieron las cárceles
ceutíes y del Protectorado español en Marruecos.
El desglose
del total de asesinados en esta zona fueron 268 en Ceuta, y 195 en el
Protectorado Occidental de España en Marruecos, repartidos por la ciudad de
Tetuán, en el campo de concentración "El Mogote" y en Larache.
También debemos reseñar la represión administrativa y, por otra parte, ¿cuántos
encausados no llegaron al pelotón de fusilamientos? Muchos de ellos murieron
mientras eran transportados o en las comisarías sin consignarse sus nombres.
¿Cuántos murieron en las enfermerías como consecuencia de malos tratos o
enfermedades sin cuidados? ¿Cuántos quedaron internados en manicomios? Todos
éstos están fuera de mis cifras. Tan sólo quisiera, como conclusión, apuntar
que con estas investigaciones, gracias al acceso a una valiosa, aunque
limitada, base documental de primera mano con la consulta de más de mil
consejos de guerra durante casi diez años (Guadalajara, Segovia, Regional,
Alcalá de Henares) y el Archivo General de la Guerra Civil Española
(Salamanca), registros civiles, de cementerios, Juzgados y Consulados
(Marruecos), se ha intentado descubrir unos hechos que acaecieron en Ceuta y en
el Protectorado, sobre todo en la zona occidental.
Es fácil
concluir, que el tema de la represión ejercida en el nuevo Estado que surge
tras el golpe militar del 17 de julio de 1936 presenta aún hoy, a pesar de los
años transcurridos desde entonces, numerosas lagunas. Se abandona en estas
investigaciones la tendencia seguida en otras ciudades de limitarse a la
especulación genérica o aventurar cifras en función de cálculos más o menos
lógicos y razonados. Las cifras y nombres expuestos están sólidamente
documentados y cuando ha sido posible entrevista personales con los familiares
de los represaliados. La consulta de distintos documentos permite acercarse a
la tétrica realidad judicial de aquellos años. Los procedimientos sumarísimos
de urgencia, que la legislación fijaba como formula ocasional, se convirtieron,
sin embargo, en la única fórmula empleada por los tribunales para juzgar los
supuestos delitos de los que no eran adictos al nuevo régimen. Amparados en la
más absoluta impunidad y parapetados tras la vía jurídica no dudaron en acusar
y condenar de adhesión a la rebelión a los que precisamente habían defendido la
legalidad constitucional. Daba igual que las acusaciones realizadas se
refirieran a asesinatos, pertenencia a organizaciones políticas o sindicales,
participación en saqueos de iglesias, insultos, redacciones de periódicos, pertenencia
la masonería, etc. Y, desglosando las cifras, se puede apreciar que el mes de
agosto de 1936 se convierte en el más trágico de toda la represión en Ceuta,
con 73 víctimas, de las cuales tan sólo siete se efectúan tras los respectivos
consejos de guerra; el resto, sesenta y seis, fueron debidas a las sacas de
madrugada. Por militancia política, el número mayor de fusilados fue para los
anarcosindicalistas y por profesiones el estamento militar fue él más
castigado, sobretodo en 1938. Tras el inicio de la represión, con el paso de
los meses, el número de fusilamientos fue disminuyendo paulatinamente. En los
cinco primeros meses se registraron un total de ciento veintiocho ejecuciones,
casi el 50% de las llevadas a cabo durante toda la represión. En 1937 se
registraron noventa y seis, para continuar bajando hasta cuarenta y uno en
1938, y hasta seis años después, en agosto de 1944, no se consignaron los
últimos tres fusilamientos en Ceuta. Estos datos confirmarían la conclusión en
el sentido de que la represión sustancial se produjo en los primeros meses.
Respecto al
sexo dos mujeres fueron ejecutadas. La actuación de las mujeres quedó
generalmente oculta y el papel que desempeñaron y su protagonismo son
destacados en poquísimas ocasiones. Sin embargo, la mujer, durante la
República, había comenzado a integrarse en el ámbito de la política. En el tema
religioso en los registros civiles, no aparece ningún musulmán fusilado (ni en
el Protectorado); las nuevas autoridades se guardarían muy bien de no inquietar
a esta población, que la utilizaba en primera línea en la península y eran
quienes formaban junto con la Falange los pelotones de fusilamiento. Cuatro
hebreos son fusilados, y otros muchos son condenados a largas condenas. Tras
las primeras ejecuciones en Ceuta, el 21 de julio de 1936, hasta 1938, en todas
se consigna herida por arma de fuego, aunque después, en el registro civil,
aparecen muchos tachados. Hay un paréntesis de seis años, desde 1938 a 1944,
que no se producen más ejecuciones. Tal vez las hubo, pero se pudieron encubrir
en los libros como hemorragia interna. Esto ocurrió con el fusilamiento de los
tres miembros de la resistencia en Tánger, pero es evidente que el error en el
número de fusilados no consignados debe ser muy pequeño. Si se toman en cuenta
los días en que se producen las ejecuciones y el número se observa que no
parece que existiera una norma que regulara las mismas. Hay meses que durante
varios días consecutivos se realizan fusilamientos y otros que las fechas se
distancian considerablemente. Pero es irrefutable que tras algún ataque de las
fuerzas republicanas en la madrugada siguiente realizaban ejecuciones. También
se incrementa en torno a las celebraciones de determinados aniversarios y
cuando en el frente fallecían soldados o miembros de la Falange local.
*Francisco
Sáncez Montoya es investigador
Fuente: www.publico.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario