Trayectoria política de un
embustero
Lunes, 6 de octubre de 2014
POR ENMANUEL RODRÍGUEZ / DIAGONAL -
"Nunca he sido un junco que mueve el viento en la dirección que sopla”. Un
lapsus, o quizás una revelación temprana de la personalidad de gran estadista,
le llevó a poner el junco como sujeto “que mueve el viento”, en vez de que “se
mueve con el viento”. Así se expresaba Felipe, antes que González,
el 20 de mayo de 1979.
Ningún otro presidente, ni antes ni después de su coronación en 1982, ha sido
llamado por su nombre de pila. Hemos conocido Aznares, Rajoys,
Calvo-Sotelos, incluso simpáticos Zapateros con su
emotivo gesto de la cejita – ¿os acordáis?, el patetismo de la política progre
nos queda tan cerca–. Ni siquiera Suárez, el más televisivo de
todos los presidentes consiguió ser aclamado con un “Adolfo, Adolfo,
Adolfo”. Pero Felipe... Felipe lo conseguía sin
esfuerzo, llenando estadios, en los congresos del PSOE o en sus célebres
“explicaciones al pueblo” tras las difíciles y fundamentales decisiones de su
reinado. Como aquella que nos llevó a la permanencia en la OTAN, o
las que precedieron la publicación de las sucesivas reformas laborales de 1988,
1991, 199...
Las “chorradas” de
Marx
Decía Felipe aquello del junco en el mismo discurso y en el mismo congreso en
el que sentenció: “Hay
que ser socialista antes que marxista”. La bronca la había
montado él solito unos meses antes cuando declaró que Marx dijo muchas
“chorradas” (sic) y que al partido le convenía el abandono del marxismo.
Luego añadió que, en caso de que el partido no aceptara el cambio de
definición, lo abandonaría. Los críticos enardecidos entraron a la provocación
y ganaron las votaciones en el congreso. Al fin y al cabo, el “marxismo” había sido
la bandera del antifranquismo estudiantil. Pero Felipe no se echó atrás y
cumplió lo prometido. Entre lacrimoso y solemne – nótese que habla en tercera
persona – declaró: “Si hago
política perdiendo fuerza moral y razones morales, prefiero apagar, apagar
porque yo no estoy en política por la política. Estoy porque hay un discurso
ético, que no suena demasiado revolucionario, que es el que mueve a Felipe
González en la
política”.
La prensa alabó su tono ético, su rectitud, su valentía. Lo hizo principalmente
El País, ese periódico que salió del reformismo
franquista: ¿sabéis que Fraga fue uno de sus primeros accionistas e
ideólogos? – ¡sorpresa!–. Con Felipe había nacido una
estrella. Y en todas las quinielas era necesario que hubiera una opción de
reemplazo fiable y disciplinada ante el cada vez más incómodo Adolfo
Suárez.
"Felipe en 1974 representaba la radicalidad del antifranquismo, concretamente
de la nueva clase media"
Pero ¿quién era este Felipe antes que González?
De sus orígenes sabemos lo suficiente. Era hijo de un pequeño empresario
sevillano. Estudió en los escolapios como corresponde a los niños bien de la
ciudad del Sur. Quiso hacer Derecho, también como los chicos bien, y fue al
final de la carrera cuando ganó una beca para estudiar en la Universidad
Católica de Lovaina. Hasta entonces, lo más que Felipe sabía
de estrategia política era la referida a perseguir universitarias. No obstante,
fue allí, en Bélgica, donde se “politizó”. Convencido, entró en el PSOE
a caballo del 68, cuando lo mínimo en la izquierda era ser maoísta o
guevarista. Basta decir que, contra todo pronóstico, acertó. Con sus chicos y
chicas, el conocido “clan de la tortilla”, convirtió el núcleo
socialista sevillano en lo poco organizado que había del partido fuera de sus
feudos tradicionales de Asturias y Vizcaya.
Pero fue sobre todo gracias a los vascos y en especial a Nicolás
Redondo, que contaba con todo el prestigio de una militancia obrera
entregada, por lo que los sevillanos pudieron hacerse con la dirección del
partido. Felipe fue elegido secretario en 1972, y luego
confirmado en 1974 en el famoso Congreso de Suresnes. Allí Redondo
y los vizcaínos prefirieron dirigir la UGT. Seguro que en
aquel 14D de 1988 comentaron más de una vez su arrepentimiento. Pero en 1974,
Felipe representaba la juventud y la radicalidad del antifranquismo,
concretamente de la nueva clase media antifranquista.
El milagro de Felipe fue enorme si se tiene en cuenta lo que era el PSOE en
1975. Lo formaban entonces apenas 2.000 militantes, menos que
la maoísta ORT o el extremista PTE. Sin
militancia obrera, sin bases sociales fuertes, sin compromisos políticos, el PSOE
de Felipe disputaba a todos en radicalidad: a los
escindidos del exilio que no aceptaron ni a los “sevillanos” ni a los “vascos”, a los otros
socialistas como Tierno Galván, al PCE e
incluso a la extrema izquierda. Tanto es así que en Suresnes el partido salió
con aquella definición “de
clase, marxista, democrático y revolucionario”. El PSOE de
entonces estaba por la autodeterminación de los pueblos, por
la República federal y era contrario a todo
imperialismo, como Felipe que había sido el principal promotor de
estos cambios ideológicos dentro de lo que casi siempre fue un partido
moderado. ¡Qué tiempos!
Pero en 1979, era ya otra cosa. La política, esto es el poder,
manda. Y había que disputar el centro a Suárez. Los
franquistas reciclados en “demócratas” habían firmado las
grandes obras de la Transición. No en vano la reforma interna
del régimen se había inventado el “franquismo sociológico”, el “centro”, la UCD
y Suárez. Gracias a aquellos artilugios gobernaban ya cuatro años después de
muerto Franco. Ser radical en 1979 ya no convenía. Y Felipe lo tenía claro.
"La reforma interna del régimen se había inventado
el “franquismo sociológico”. Ser radical en 1979 ya no convenía"
El congreso de mayo de 1979 rematado por su prórroga de septiembre, supuso el
acta de defunción del partido histórico y, a un tiempo, de constitución del
nuevo socialismo. Tras el amago de marcha de Felipe, el líder volvió reforzado
y coronado con laureles. Los “críticos”, como casi siempre ocurre en las
izquierdas, se engancharon en una discusión ideológica y tramposa sobre Marx sí
o Marx no. A veces simples vocacionales como Gómez Llorente, a veces
oportunistas redomados como Tierno Galván fueron literalmente incapaces de
presentar una dirección alternativa. Acabado el congreso –la “fiesta”, como
la llamó Alfonso Guerra– acabó también la democracia interna. Nunca más habrá
oportunidad de disidencia real en el socialismo, el aparato de Guerra se
volverá omnímodo.
Los poderes fácticos
Ganó Felipe y ganó el partido – lo dicen los historiadores sociatas – que salió
de 1979 disciplinado y preparado para el Gobierno. Bastó esperar sólo tres
intensos años: la campaña de los poderes fácticos contra Suárez –traidor a la
mano de su amo, la patronal, el Ejército y la Iglesia–, el subsiguiente golpe
de Estado del 23F y la guerra interna de UCD. El 28 de octubre el PSOE venció
tanto por sus méritos como por la involución del centro. Unos años de
prosperidad (1985-1992) y el autosabotaje de la derecha de Fraga
dieron a Felipe 13 años de gobierno. Una espectacular carrera para quien se
convirtió en profundo experto en el crecimiento lento y controlado de esos
árboles torturados y enanos que en Japón llaman bonsáis.
CONTRASTES
CRONOLOGICOS
1976
En la antigua Roma esta minoría la componían los patricios; en la sociedad feudal, los diferentes estamentos de la nobleza laica, militar y religiosa; en el mundo capitalista actual, la clase burguesa". Qué es el socialismo (Felipe González, 1976).
En la antigua Roma esta minoría la componían los patricios; en la sociedad feudal, los diferentes estamentos de la nobleza laica, militar y religiosa; en el mundo capitalista actual, la clase burguesa". Qué es el socialismo (Felipe González, 1976).
2011
Felipe
González crea Tagua Capital, un fondo de capital riesgo para invertir 150
millones de euros en España y América junto a 14 directivos y empresarios
españoles de primera fila. En 2013, congeló el fondo ante la falta de
financiación.
Algunos
hitos de la metamorfosis del expresidente
Donde dije...
Felipe González pasó de ser, en 1976, un defensor de la causa saharaui, a
representar los intereses marroquíes e impedir el reconocimiento internacional
de las autoridades saharauis en diferentes países.
Felipe se aburre
126.000 euros anuales no fueron suficiente incentivo para mantenerse como consultor de Gas Natural. El 9 de enero presentó su dimisión. “No porque haya incompatibilidades, sino porque es muy aburrido”, dijo.
Pacto
PP-PSOE
Los problemas del bipartidismo no dejan indiferente a Felipe González. “Si el país lo necesita”,
afirmó el pasado 11 de mayo, no
vería con malos ojos una gran coalición de Gobierno entre el PP y el PSOE.
Fuente: http://canarias-semanal.org/
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