Todo es meter miedo, asustar, manipular y engañar para que
la gente vote lo que le conviene a quienes tienen mucho que perder si el poder
o la riqueza se reparten un poco
30/09/2014 - 20:39h
Ustedes no sé, pero servidor no
puede más. España me agota. He intentado seguir su ritmo, se lo juro. He
tratado de no desfallecer, repetir día tras día los mismos argumentos a ver si
alguien los escucha y seguir con paciencia miles de polémicas sobre asuntos
banales como si fueran importantes, mientras las cuestiones realmente relevantes
quedan sepultadas bajo el ruido y la furia. Es inútil. No se puede hacer nada.
Estoy agotado de vivir en un
país donde el hecho de que la gente quiera votar se convierte en un problema
dramático y la ley es utilizada para prohibir y proscribir derechos, no para
garantizarlos. Igual que la policía es utilizada para escoltar a los que mandan
y no para proteger a los ciudadanos de ellos. No puedo con esta discusión
absurda entre legitimidad y legalidad repetida una y otra vez como si todos
fuéramos Thomas Hobbes o Hans Kelsen.
Estoy agotado de vivir en un
país donde ya no se habla de la crisis porque el Gobierno ha decidido darla por
terminada. Si después de las elecciones descubrimos que no había acabado y
sigue habiendo paro, pobreza, desigualdad y los más débiles continuan pagando
las facturas de los más poderosos, será por culpa de Europa.
Cáritas ha dado las ultimas
cifras, apenas escuchadas entre tanto alboroto. Más de dos millones y medio de
personas atendidas en 2013, un 30% más que el año anterior. Apenas 73 millones
de euros recibidos desde unas administraciones que cierran servicios sociales,
recorta programas y desvían a la gente a Caritas. Es la aportación más baja de
los últimos cinco años. Ni derechos, ni caridad. En España se sufre y punto.
Estoy agotado de vivir en un
país donde se habla de política y de partidos políticos como Podemos igual que
si hubiéramos vuelto a la Guerra Fría o a los días de la muerte de Franco. Todo
es meter miedo, asustar, manipular y engañar para que la gente vote lo que le
conviene a quienes tienen mucho que perder si el poder o la riqueza se reparten
un poco.
Me recuerda a cuando de niño,
en A Mariña de Lugo, durante las primeras elecciones democráticas, las fuerzas
vivas iban por las cocinas de las casas avisando a la gente que si ganaba la
izquierda les iban a quitar las vacas y el tractor. Alguno incluso se subió al
monte con las suyas hasta que se supo quién había ganado. No puedo creerme que
malgaste la mitad de mi tiempo escuchando y rebatiendo las mismas patrañas de
hace cuarenta años.
Vivir en un país así de gris no
merece ni la pena, ni el esfuerzo. Parece mentira que lo hayamos olvidado.
Fuente: www.eldiario.es
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