nuevatribuna.es |Vicenç Navarro | Catedrático de Políticas
Públicas de la Universidad Pompeu Fabra| 04 Octubre 2014 - 14:57 h.
Una de las principales causas de la crisis de la banca privada es la
actividad especulativa de las instituciones financieras, consecuencia de la
desregulación del sistema financiero, resultado de la aplicación de las
políticas neoliberales llevada a cabo por gobiernos a los dos lados del
Atlántico Norte, es decir, EEUU y la Unión Europea (y muy en especial en los
países de la Eurozona). La paralización de la actividad crediticia (es decir,
que los bancos dejaran de prestar dinero) contribuyó enormemente a la crisis
económica. Las pequeñas y medianas empresas, que son las que producen más
ocupación en la mayoría de países, dejaron de poder acceder al crédito, no
consiguiendo dinero prestado. Y lo mismo ocurrió con las familias. Estas no
pudieron obtener crédito, con lo que tuvieron que disminuir la demanda de productos
y servicios, paralizando la economía.
De ahí que hubiera una movilización de los Estados, asesorados por
economistas próximos a la banca, para salvar al sistema financiero, es decir a
la banca, a fin de reavivar la economía, utilizando la imagen de que el sistema
financiero es el sistema circulatorio del cuerpo económico, permitiendo que la
sangre circule a través del organismo. Y se dieron millones y millones de euros
públicos a la banca privada (solamente España, entre 2009 y 2012, comprometió unos
108.000 millones de euros públicos en ayudas según el Tribunal de Cuentas, lo
que representaba casi un 10% del PIB de 2012). Puede que la expresión “se
dieron” sea un pelín exagerada. Pero el Banco Central Europeo (BCE) ha estado
prestando a los bancos privados europeos, a unos intereses irrisorios, cientos
de miles de millones. Solo este año ya hay previsto inyectar 400.000 millones
de euros a la banca para intentar que fluya el crédito.
Y a pesar de ello, el crédito ni está ni se le espera. Los bancos recibieron el dinero y lo utilizaron para otros propósitos,
como por ejemplo, comprar deuda pública a unos intereses elevadísimos del 4 ó
el 6% (en el caso de Grecia, 13%, cifra que se alcanzó en 2011), lo que ha
significado uno de los negocios más redondos que uno pueda imaginarse. Suponga
que usted recibe millones de euros a unos intereses más bajos del 1%, y compra
bonos que le generan unos intereses del 4 ó el 6% con solo apretar un botón.
Pues bien, se lo crea o no, esto es lo que la banca privada ha estado haciendo.
La pregunta que debería hacerse el lector es: ¿por qué el BCE le presta
dinero a la banca privada y no a la banca pública y a los Estados para que
estos no tengan que pedir prestado dinero a los bancos privados, que les exigen
unos intereses elevadísimos, creando una enorme deuda? El hecho de que el
Estado tenga que pagar unos intereses tan elevados es porque no tiene otra
manera de poder conseguir dinero en la UE que no sea a través de la banca
privada. El BCE dice que las normativas que lo regulan no le permiten prestar
dinero a los Estados. Y para mayor escarnio, la banca privada tiene unas
agencias de evaluación de la deuda pública (es decir, de la supuesta viabilidad
de los Estados) que mienten y manipulan la calificación de esa deuda, de manera
que a peor “rating” le dan las agencias, mayores son los intereses que tiene
que pagar el Estado. Es un escándalo que se permita que esto continúe debido a
que la banca tiene una enorme influencia en el BCE (que en realidad es un lobby
de la banca privada, y cuyo Presidente fue directivo de Goldman Sachs) y en la
Comisión Europea, que es, por cierto, la Comisión más neoliberal que haya
existido en su historia. La banca también ejerce una gran influencia en el
gobierno presidido por la canciller Angela Merkel y otros gobiernos de la misma
sensibilidad neoliberal, como lo es el español.
Otra alternativa es posible: la banca pública
La situación actual es insostenible. El BCE continúa “regalando” (400.000
millones de euros solo este año), es decir, prestando, dinero a la banca
privada a unos intereses bajísimos (0,05%) y, sin embargo, se continúa sin
generar crédito. Pero hay una alternativa fácil de ver: que todo este dinero
que se ha gastado el BCE vaya a un banco público en cada Estado, garantizado por
el Banco Central Europeo, que debería tener como misión facilitar el crédito.
Esto es lo que ocurre en muchos países como, por ejemplo, EEUU, el cual tiene
un Banco Central (el Federal Reserve Board) que ejerce tal función: garantizar
el crédito al Estado federal y a los Estados. Este Banco Público Central podría
incluso ir más allá, y crear bancos públicos a base de los depósitos del Sector
Público. Por ejemplo, el Estado de North Dakota, en EEUU, tiene un banco
público en el que el Estado invierte, por ley, todos sus ingresos públicos. No
es un banco de accionistas. Fue fundado en 1919 por inmigrantes escandinavos
(noruegos en particular), que eran muy críticos con la banca privada y con Wall
Street, el centro financiero de aquel país. Su función principal es ofrecer y
garantizar el crédito a las instituciones del Estado. Y así se ha conseguido
que sea el único Estado que no ha tenido un problema grave de crédito en EEUU
durante la crisis. Ha podido así permanecer en un equilibrio fiscal (con
superávit en sus cuentas), siendo North Dakota uno de los Estados con menos
desempleo. Pero North Dakota no es una excepción en el mundo. En realidad, el
40% de todos los bancos en el mundo son públicos, incluidos los bancos de los
altamente exitosos BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Y en Europa
y en la UE, el sector bancario público es extenso y juega un papel clave en el
sector financiero de los países.
En realidad, varios estudios recientes escritos por los profesores Von
Mettenheim y Andrianova han mostrado que, en general, aquellos países que
tienen un sistema bancario público han crecido más rápidamente que los países
con sistemas bancarios privados. Y lo que es incluso más importante es que
tales bancos públicos han sido, en general, menos corruptos y especuladores que
los bancos privados, y han tenido mayores beneficios. En base a esta
experiencia, sería de desear que el BCE se convirtiera en un banco público que
prestara a los Estados a través de los bancos centrales de cada país, y que
estos también ofrecieran crédito a las pequeñas y medianas empresas. Los bancos
públicos podrían complementarse con cooperativas de crédito, banca ética y
otras formas de instituciones financieras que no tienen la usura como objetivo
central. Que ello es posible queda demostrado con esta experiencia
internacional. ¿Por qué, pues, no se hace? Pues porque la banca privada domina
hoy el poder político de los Estados. Si no se lo cree, vea la reacción de los
políticos y de los medios a la muerte del mayor banquero de España, el Sr.
Botín. La cobertura y homenaje a su figura fue la apropiada casi para un Jefe
de Estado. ¿Se da cuenta?
Como siempre, el mayor escándalo ocurre en los
países periféricos y, en especial, en España
España es hoy uno de los países del mundo con un menor tamaño de la banca
pública. Los gobiernos Zapatero y Rajoy se han cargado la banca pública, siendo
el país en la Eurozona que tiene menos bancos públicos. El gran dominio del
espacio bancario corresponde a la banca privada, que además está sumamente
concentrada, con quince bancos dominando dicho espacio, siendo tres -Banco de
Santander, BBVA y CaixaBank- los que dominan el sector. El sector cooperativo
(cooperativas de crédito) representa un espacio enormemente reducido (un 6%),
en contraste con otros países europeos que alcanzan el 30%, como Austria,
Holanda, Francia, Italia y Suiza. Alemania, por cierto, es uno de los países
con mayor espacio público en el sistema bancario.
Y, no sorprendentemente, la banca privada española es de las que tiene mayor
número de sucursales en paraísos fiscales. La privatización de las Cajas se
debió, única y exclusivamente, a razones ideológicas, pues muchas de ellas,
como La Caixa, eran altamente eficientes y rentables. Y no eran las únicas. Fue
el enorme dominio de la banca privada sobre las instituciones del Estado el
responsable de la eliminación del sistema de Cajas, entidades de ahorro
colectivo.
Y cuando se ha invertido mucho dinero para salvar algunas cajas,
controladas políticamente por el Partido Popular (por un total de 120.000
millones de euros, como señala Andreu Missé en su editorial de Alternativas
Económicas, una de las revistas económicas más interesantes en España),
creándose Bankia (uno de los pocos bancos públicos que todavía existen y que ha
sido saneado, resultado del intervencionismo público), se ha querido privatizar
a un precio que significa una gran ganancia para la banca privada y una enorme
pérdida para el contribuyente, todo ello innecesario si se hubiera mantenido
como entidad pública, con el mandato de garantizar el crédito. Y así estamos.
Spain is, claramente, different!
Fuente: www.nuevatribuna.es
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