miércoles, 8 de octubre de 2014

CLASE DE HISTORIA DE ESPAÑA EN EL PENAL DE EL PUERTO

Vanessa Perondi / 7 oct 2014
Alumnos de cinco centros escolares de El Puerto de Santamaría, en el antiguo monasterio de la Victoria, en el Penal. // FORO POR LA MEMORIA DE EL PUERTO
“- Un sitio donde practicaban la represión franquista, ¿no?
- Sí pero…no era como en el nazismo o el fascismo.
- ¿Pero cómo crees que Franco imponía sus ideas? ¿con flores?”
En la capilla del antiguo Monasterio de la Victoria, la Prisión Central de El Puerto de Santa María, El Penal, –donde “…mejor quisiera estar muerto, que preso toa la vida en ese penal de El Puerto de Santa María…”, que decía la copla– cuatro chicos de entre 16 y 19 años de un instituto portuense debatían qué significa ese lugar y que ocurrió entre sus muros.
Antes, ellos y cientos de alumnos de cinco centros educativos de El Puerto presenciaron un  acto “histórico”, “emotivo”, de “justicia social”: la declaración del antiguo Penal como Lugar de la Memoria Histórica de Andalucía. El vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, el director de la Dirección General de Memoria Democrática, Luis Naranjo, y el alcalde de El Puerto de Santa María, Alfonso Candón, coincidieron en resaltar la importancia de este momento.
“Nos ha costado diez años de resistencia”, recordaba Carmelo Ciria, fundador del Foro por la Memoria de El Puerto. Y así, la Junta de Andalucía hizo realidad la iniciativa del Foro al declarar este martes como Lugar de Memoria Democrática a la antigua prisión portuense, dentro de su política de reconocimiento de sitios ligados a la dictadura franquista, más de 100 en Andalucía, como recordó Valderas.
“Estamos maravillados por el trabajo del Foro y, sobre todo, porque esté lleno de gente joven”, reflexionaba Ana Rodríguez, de la Dirección General. Más aún, porque hacía tan solo una semana que el Foro había contactado con los institutos para invitarlos al acto, una visita guiada y a mantener un encuentro con familiares.
5.500 PRESOS EN UNA CÁRCEL PARA 400
Y fue en ese momento cuando muchos de los chavales, se enteraron de lo que pasó allí y del sufrimiento de los familiares. El Penal del Puerto llegó a albergar hasta 5.500 presos en el año 1940 cuando su capacidad era de 400 personas, según explicó un antiguo funcionario de esa prisión y miembro del Foro. Una cárcel por la que pasaron 10.000 personas del 36 al 62 y que se cobró la vida de casi 600 republicanos.
Desde antes de la Guerra Civil tenía reputación de ser un sitio duro, pero a partir de entonces, el Penal de El Puerto se convirtió en siniestro. Disentería, síndrome carencial, que no era otra cosa que hambre, eran las razones más comunes de las muertes, que llegaron a alcanzar a 78 personas al día en el año 42, según explicó Pilar Peruyera, vicepresidenta del Foro. Reclamó la figura de los presos a los que, incluso, “privaron incluso de una muerte más heroica” y tuvieron que “morir en soledad”.
Y ellos pudieron imaginárselo. Primero con la entrada al patio del antiguo convento y luego cuando escucharon por boca de los familiares y del antiguo funcionario cómo era la vida en el Penal y por qué fueron muchos encarcelados.
¡SILENCIO, SE CUENTA!
Carmen, Nena, Jaime, María, Rafael y Vicente contaron, cuando la emoción se lo permitó, la historia de sus padres, sus abuelos o su bisabuelo. Los alumnos dejaron, entonces, sus móviles y todos los selfies para sus cuentas de instagram y el silencio respetuoso se hizo en la capilla del monasterio de La Victoria.
“¡Esto es una ilusión tan grande! Gracias, gracias y gracias”, fue lo único que los nervios le permitieron decir a María Marín, hija de Pedro Marín. Estaba sentada al lado de su nieto Jaime, que con 18 años animó a todos los estudiantes a conocer la historia y aprovechar estos momentos con las víctimas.
Y la fuerza de su verdad, valió más que todos los discursos políticos de antes y todas las clases de historia que vendrán después. El temario no ha llegado aún al capítulo de la Guerra Civil y la dictadura franquista pero de seguro que ahora, asimilarán conceptos con otra mirada. Los libros de texto aún no recogen con precisión momentos históricos como éstos. “Se  trata de un trabajo que tenemos que hacer los profesores en el aula”, explicaba una de las profesoras, sobre todo, porque “sólo vemos este periodo de nuestra historia en un tema”.
Precisamente, esta es una de las cuestiones centrales de la Ley de Memoria Democrática, que busca la inclusión transversal de la memoria democrática en los itinerarios curriculares de los alumnos andaluces.
LA NIETA DEL ÚLTIMO ALCALDE
“Me gustaría que hubiera estado aquí mi madre”, decía la nieta de Manuel Fernández Moro, el último alcalde republicano, detenido por los falangistas en el Ayuntamiento y trasladado a los calabozos municipales. Posteriormente fue conducido al Penal, donde desapareció. “Se perdió un gran hombre que murió por sus buenas ideas”.
Como todos. Como José Ramón Vila, padre de Carmen, o el abuelo de Vicente, un industrial de un pequeño pueblo toledano que llegó aquí y fue condenado “a vivir y ver a sus hijos morir”, o Ceferino Gómez, concejal socialista y ugetista, que también fue apresado en el Penal y fusilado en la tapia del cementerio local.
Para su hijo, Rafael Gómez Ojeda, alcalde de El Puerto de 1981 a 1985 por el Partido Comunista y presidente del Foro, el acto de hoy había sido un “agradable mal rato”, porque “a pesar de los recuerdos, nos alegramos de que por fin en este centro de tortura se reconozca la memoria de aquellos hombres que lucharon por una sociedad mejor”.
De hecho, nunca había entrado y “hoy por primera vez he visto las celdas en donde a lo mejor pudo estar mi padre”. Pero “¿os habréis dado cuenta de que nos hemos pronunciado ni una sola vez las palabras odio, rencor o venganza?”. Por eso, los animó a aprovechar “esta lección de historia viva”. A él le hubiese gustado estudiar y llegar a ser maestro. Hoy, “por un momento, con vuestra atención, me habéis hecho sentir que era un maestro”.








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