Diario de una estupefacta, habitante del mundo del revés
Artículos de
Opinión | Pura Maria García | 15-08-2012 |
“El arte de
engañar al prójimo que los estafadores practican cazando incautos en las
calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su
talento. En los suburbios del mundo, los jefes de estado venden los saldos y
retazos de sus países, a precio de liquidación por fin de temporada, como en
los suburbios de las ciudades los delincuentes venden, a precio vil, el botín
de sus asaltos.
Los
pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma
tarea que cumplen, a gran escala, los generales condecorados por crímenes que
se elevan a la categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las
esquinas, pegan zarpazos que son la versión artesanal de los golpes de fortuna
asestados por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por
computadora. Los violadores que más feroz, ente violan la naturaleza y los
derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En
el mundo tal cual es, el mundo del revés, los países que custodian la paz
universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás
países; los bancos más prestigiosos son los que más narco dólares lavan y los
que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más
envenenan el planeta; y la salvación del medioambiente es el más brillante
negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y
felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo,
quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes
exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo. Caminar es un
peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés”
Eduardo Galeano. La escuela del mundo al revés.
Parece que
agosto se ha puesto, intencionadamente, de acuerdo con nosotros, habitantes de
un poco-a-poco-construido mundo del revés: agoniza y va quemando sus últimos
cartuchos temporales, del mismo modo que nuestro cuello, ya débil, se retuerce
y agoniza, asfixiado, ahogándose un poco más con cada imperativo al que nos
obligan obedecer.
En esta
semana de este mundo al revés, llaman problema contable al “error
imperdonable”, a la bala que asesta el remate de un homicidio lento, permitido
por los mercenarios que ostentan el poder en la realidad del revés y ha hecho
que más de 200.000 ciudadanos, de los que llevan tatuado con tinta de hambre la
palabra parado, se quedasen sin la migaja humillante, de 400 euros, que el
estado tienen a bien concederles. El ministerio de empleo, mercenaria
organización que acoge y orquesta los acordes de una sinfonía que no está en
absoluto promoviendo las oportunidades para que encontremos trabajo ni jóvenes
ni adultos, habla también el lenguaje del revés y la mentira y “señala, a
través de uno de sus portavoces, que no se trata de la perdida de esos euros,
sino de un bloqueo temporal, debido a un ajuste contable, provocado por el
nuevo presupuesto de 2012, aprobado hace apenas unos 12 días (!)” Menos mal que
el ministerio mercenario se esmera en sus explicaciones y añade, sin inmutarse,
que “el problema está en vías de solución”. Pienso en la facilidad que existe,
en el mundo al revés, para que los desajustes se produzcan. Pienso en la
capacidad eufemística de un mundo en el que somos ya menos que números. Pienso
en las 200.000 familias, bloqueando temporalmente su hambre, su sed, el
alimento de sus hijos. Bloqueando, en realidad, su respiración, porque para muy
poco más les da esos 400 euros que les han sido secuestrados y robados,
temporalmente, eso sí, por el mismo estado que les prometió darles un bienestar
de película americana, una casa a precio de ganga, un cochecito, una atención
médica en la que no se incentivaba a los médicos que probaban que no habían
prescrito más del mínimo-mínimo, “aconsejado por lo bajini”, de pruebas médicas
que ahora, en el mundo del revés, de repente se ven como “innecesarias”.
Leo que
Alemania, considerada en este mundo del revés motor y no guillotina, se
desfonda por la falta de actividad en buena parte del continente, atenazada por
los ajustes y las tensiones financieras. De nuevo, en el mundo del revés, los
ajustes son un cajón de sastre del desastre. Alemania nos ahoga, nos asesina con
una dictadura ideológico-económica que se parece en mucho al último de sus
dictadores y lo ha hecho, lo hace, aún a riesgo de caer ella misma infectada
con el virus de la pobreza progresiva y la ruina. Siembra semillas venenosas,
levanta el listón y ofrece un antídoto costosísimo para que el resto de Europa
pueda desenfermar de la epidemia que ella misma ha propiciado y lo hace,
arrogante caballo el que cree que puede cruzar un puente frágil sin despeñarse,
sin percibir que ella misma caerá, la última, pero caerá en esta pandemia de
muerte. Todo para evitar lo que, más tarde o más temprano sucederá en el mundo
del revés: la unión europea, una unión hipócrita que no necesitaron jamás los
ciudadanos sino quienes poseen las manos, oficiales y con nombres y apellidos,
que se llevan el dinero a los bolsillos, se vendrá definitivamente abajo. En el
mundo del revés, ningún político mercenario se molesta en recordar algo
importante: la primera encarnación de la Unión Europea, la Comunidad europea
del carbón y el acero, en 1951, se creó con el objetivo primordial de
establecer vínculos económicos entre las principales potencias del continente
para prevenir otra guerra tan devastadora como las dos guerras mundiales.
Bélgica, Alemania, Italia, Francia, los países Bajos y Luxemburgo querían unir
sus fortunas económicas como medio para asegurar la paz, creyendo que si las
llamadas industrias esenciales estaban bajo un control único y conjunto, ningún
país podría movilizarse para la guerra. Seis años después se añadieron “vínculos”
políticos a los económicos. Sesenta y un año después la Unión Europea es una
mentira, el nido en el que se refugian los políticos rapaces, vendidos a los
titiriteros de la banca, vendedores de armas a países sobre los que saben que
caerá la guerra, jugadores únicos a la ruleta del “quiero más, no tengo
suficiente”, un juego mortal en el que las fichas somos los ciudadanos y los
dados su ambición. Crearon una unión europea para evitar la guerra y ahora, en
el mundo del revés, se mantiene para asegurar que nuestra pobreza progresiva
alimentará su boca insaciable. En el mundo del revés, no interesa que sepamos
que va creciendo la espiral mortal causada por las obligaciones crecientes de
las pensiones y la emigración de los trabajadores especializados (la palabra
trabajador cada día se escucha en menos ocasiones). Les interesa la ocultación
de datos, tanto que, por si no lo sabíamos, la Unión Europea no publica desde
hace muchísimos años cifras oficiales detalladas sobre la migración interna.
En el mundo al
revés, una entidad que nos saqueó, con embustes y ofertas estafa, Bankia, con
socios y directivos que venían de la riqueza y aspiraban a mantenerse en la
cumbre del poder a costa de nuestros ahorros y esfuerzos, los de los
ciudadanos-números, no sólo ha obtenido los mimos económicos del estado,
implicado y parte de ella misma, sino que, consintiéndole durante años sus
“errores mortales”, le ha permitido que su inmundicia nos salpique a todos
nosotros, un país que ha tenido que escuchar que “no se tenía la certeza de la
mala gestión del grupo y ante la falta de pruebas definitivas, se optó por
darle un voto de confianza” y, mientras, apretar los puños; permitir que se
saquearan las pequeñas arcas que guardaban los pocos fondos destinados a
educación, investigación, arte y otras “partidas”, con el argumento de eslogan
cantado por canta-autor en la tele de “todos con Bankia, todo para Bankia”;
consentir que se “inyectasen fondos” a los que se habían “equivocado en una
gestión que parece mejorable” (!), para después asistir, esta semana al canto
de la versión libre del Himno de la Alegría: Bankia sube un 24% en un día y
duplica su valor en un mes…”el repunte, alentado por las noticias sobre una
inyección inminente (inminente oculta que está anunciada ya desde hace más de 2
meses) de capital europeo, del que Bankia necesita 19.000 millones.
En el mundo
del revés, el delincuente, timador estafador y ladrón no solo no es juzgado, ni
castigado, sino que además se le mima, se le inyecta riqueza, se le cuida y no
se le deja “caer”. Claro que eso es en el mundo del revés, y según con qué
mercenarios: a quienes intentan que tomemos consciencia, de cómo y de hasta qué
punto este cáncer imperialista nos tiene cogidos de las partes íntimas,
abducidos y condenados a ser fieles seguidores que se auto-inmolarán al darse
cuenta de que es IMPOSIBLE dejar su secta, como el grupo de ciudadanos que
alzaron la voz para tomar alimentos de un supermercado, no son ciudadanos
dignos sino delincuentes que han de ser juzgados y, mucho me temo, objeto de
aplicación de medidas legales. A los ladrones de Bankia se les premia con
retiros y prejubilaciones de vértigo. A los compañeros del alcalde de
Marinaleda se les espera, porra y citación en mano.
En el mundo
del revés, hoy todos hablaban, convertidos en eruditos contertulios por arte de
abracadabra, acerca del “asalto” al supermercado. No he escuchado en meses la
palabra “asalto”, ni “robo”, relacionadas con los actos de este gobierno
miserable, mentiroso, maquiavélico, insolidario y premeditador de medidas de
muerte, que dosifica semana a semana, aprovechando nuestro temor, el miedo a ni
siquiera tener qué comer. No hablaban del hambre, del verdadero motivo que hay
detrás de lo que han aprendido a no-llamar “robo famélico”, porque aceptar ese
término significaría, de una puñetera vez, aceptar que somos africanos en
Europa (permítaseme utilizar el término africano no como palabra que denota
rasgos negativos sino como traslación de la pobreza en la que permitimos estar
a los ciudadanos de ese continente)
¿Qué pasa,
que ahora duele y avergüenza decir que somos como quienes estamos permitiendo,
desde hace décadas , que mueran en la miseria absoluta?
¿Qué nos
pasa, que ahora que nos vemos reflejados en esas barrigas hinchadas es cuando
nos entra la elegancia para hablar?
A Gordillo
no se le llama emprendedor, ni líder, ni gestor de I+D, no. Se le llama, en los
medios que hoy le juzgaban, con hipocresía y doble moral, “cabecilla”. El
lenguaje, ya lo decía Saussure, estructura el pensamiento, es el pensamiento. A
muy poco han estado de llamarle “terrorista”. A Merkel le llaman líder; a Rato,
gestor; a Rajoy, presidente representante de todos los españoles. Alucinante
lenguaje. Alucinante.
Escucho a
una tertuliana, portavoz de un impresentable discurso que huele a
“adoctrinamiento”, preguntarse, tras juzgar “la gravedad del robo de los de
Marinaleda”. ¿Qué imagen tendrá de España Europa cuando vea esto en los medio?
Hipócrita y vocera de falsas moralejas. Me asquea que no seamos un “país unido”
ante el grito de los mineros, de los funcionarios, de los parados, de los
ancianos a quienes se les deja sin atención, a los enfermos que han de utilizar
varias veces la misma jeringuilla o esperar tres meses para que se les
practique una ecografía y que ahora, porque sí, nos entre el síndrome de la
tribu unida que jamás será vencida y nos importe qué piensa ese vejestorio
avaro que es Europa, quien nos pone el pie sobre el gaznate y nos marca un
ritmo imbailable. Hipócritas.
En Girona
ponen candados en los contenedores, pero entregan llaves maestras a la banca
para que haga con nosotros, y los pocos bienes que no nos han robado todavía,
lo que le interese.
En Tejas,
ejecutan a un hombre con probado retraso mental (teóricamente esa condición, en
la legislación americana, hace que sea ilegal la aplicación de la ejecución
desde que 2002 se consideró esa práctica como un castigo “cruel e inusual”),
que engrosa la letal lista de 484 ejecutados desde1976, fecha en que se
reinstauró la pena capital en un país que está asesinando en Siria, lo ha hecho
en Libia e Irán y que tiende su mano a asesinos como Netanyahu.
En el mundo
al revés ya nos avisan de la penúltima vuelta de tuerca: bajarán los
paupérrimos sueldos, una vez más, en septiembre. Ilusos, parecen decirnos,
creísteis que cumpliendo los deberes y dándonos vuestra sangre esto iba a
detenerse y volveríais a vivir. Ilusos. Esto no tiene fin: hay demasiadas
falsos argumentos que podemos gritar para justificar vuestra agonía
interminable.
Querido
diario: hoy me parece, por muchas razones, que es un poco tarde para todo. Y, a
la vez, siento necesidad de hallar un motivo, aunque sea sólo uno, para creer
que aún hay tiempo, no sé muy bien para qué, pero lo hay.
Fuente; http://tercerainformacion.es/
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