LO QUE AGUANTA EL REY Y LO QUE AGUANTAMOS
LOS VASALLOS
Escrito por Arturo
del Villar / UCR
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Domingo, 03 de Junio de 2012
03:27
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Su majestad el rey católico nuestro señor,
que Dios guarde, no ha querido interrumpir la tradición iniciada por su
padrino el dictadorísimo, cuando organizó el 19 de mayo de 1939 el llamado
desfile de la victoria, repetido después anualmente hasta ahora. Sin embargo,
este LXXIII desfile lo ha sido a medias, dado que su majestad etc. está
convaleciente de la operación derivada de su caída nocturna durante una
cacería elefantiásica en Botsuana. Pese a ello, pareció muy marcial con su
muleta, cuando revistaba el desfile de las tropas vestidas según la moda de
1808. Parecía la clásica corrida de toros goyesca. La monarquía no pierde la
oportunidad de demostrar con todos sus actos que es una institución del
pasado. Y su majestad etc. se siente muy ufano de revivir los tiempos de
Fernando VII, apodado El Rey Felón por los historiadores.
El semidesfile ha tenido lugar
en Valladolid. Su majestad etc. iba acompañado en esta ocasión por su
legítima esposa. En el telediario hemos comprobado que unos pocos balcones de
la Plaza Mayor lucían la bandera monárquica, y menos todavía mostraban a
gente mirando el desfile. Ha sido una demostración menos despectiva que la
ofrecida al emperador Carlos V, cuando organizó un descomunal desfile de la
victoria para entrar en Valladolid tras la derrota de los comuneros: todas
las puertas y ventanas de las casas permanecían cerradas herméticamente, y no
había ni una sola persona en las calles para presenciar el cortejo. Aquellos
vallisoletanos confirmaron en 1521 con su honrada actitud que habían sido
vencidos, pero no dominados.
En este 2 de junio del año
desgraciado 2012, la protesta se realizó de otra manera más contundente: una
manifestación muy nutrida, con banderas rojas y republicanas, así como de
partidos políticos, recorrió las calles, con este eslogan escrito y gritado:
"Ni privilegios reales ni costes militares."
Derroche
de dinero en tiempos de crisis
Precisamente el ministro de
Defensa alegó que la cortedad del desfile era debida al recorte de los
presupuestos, así que este año solamente se gastaron 200.000 euros en la
organización del desfile de la victoria. ¿Para qué? ¿Qué utilidad reporta al
reino recordar que los militares rebeles triunfaron en1939, y el más traidor
de ellos se organizó un desfile para festejarse? ¿Incluye ese coste los
uniformes militares de la época de Fernando VII, o los han tomado prestados
del Museo del Ejército?
Resulta tan aberrante mantener
estos desfiles como el estar gastando mil millones de euros al año en
sostener unas misiones militares en lugares remotos del mundo, con los que
nunca tuvimos ninguna relación, pero que interesan a las multinacionales
gringas. Además, la pertenencia del reino de España a la Organización
Terrorista del Atlántico Norte (OTAN) obliga al Ministerio de Defensa a
adquirir maquinaria bélica y armamento a los fabricantes gringos: el déficit
acumulado por ese Ministerio rebasa los 30.000 millones de euros. ¿Qué
necesidad tenemos los vasallos de cubrir ese derroche, simplemente por dar
gusto al emperador gringo de turno?
Los cinco millones y medio de
desempleados que suma el reino seguramente no se han solidarizado con los
militares goyescos en su desfile. Los mineros que se habían manifestado en la
capital del reino dos días antes, reclamando trabajo, tampoco. Ni los miles
de indigentes que piden limosna en las calles. Ni los enfermos a los que no
atiende la Seguridad Social por falta de recursos. Ni los estudiantes a los
que se priva de las ayudas a la educación pública, mientras se beneficia a la
privada mantenida por frailes y monjas. Ni los pensionistas sin posibilidad
de llegar a fin de mes sin hambre. Ni los comerciantes que han cerrado sus
tiendas porque los vasallos no podemos carecemos de dinero para hacer
compras. Ni los timados por los bancos.
Es que es
muy campechano
Las informaciones
periodísticas no aluden a estas cuestiones. Para ellas lo interesante es
haber comprobado la estabilidad de su majestad etc., dos semanas después de
la operación de cadera a consecuencia de la cacería africana. Como dicen los
curas, fue un castigo de Dios, que le estuvo bien empleado. Y, conforme a
la costumbre, resaltan la campechanía de su majestad etc. Eso sí es
cierto: nunca se pone el manto de armiño, la corona y el cetro para presidir
los desfiles o recibir a las visitas. Se limita a lucir impecables trajes
civiles y militares, que pagamos con nuestros impuestos, y que es preciso
renovar según se modifica su talla.
Repiten los periodistas que
todavía tienen trabajo, cada vez menos, las palabras que les dijo su majestad
etc., presumiendo de macho: "A ver cómo hubierais aguantado vosotros,
como yo, el desfile. Vosotros os hubierais quedado en la cama, pero yo
no." Claro que no, él se va a lugares exóticos a cazar animales más o
menos salvajes. Y lo hace siempre bien acompañado. Nada de quedarse en la
cama, aunque se meta en ella. Por eso sufre tantos percances, cosa que no les
ocurre a los periodistas, que aunque conserven todavía el puesto de trabajo
no pueden permitirse ningún dispendio económico.
Es tremendo lo que aguanta su
majestad etc. ¿Y lo que aguantamos los vasallos? Le pagamos absolutamente
todos sus gastos y los de su familia, incluso las cacerías y loa adulterios.
Eso sí: es muy campechano, nunca ha pegado a ningún vasallo, aunque a veces
les muestra el dedo corazón con el puño cerrado, en gesto campechanísimo.
El valor
real
¿Para qué sirve un rey? Pues
para presidir desfiles de la victoria, está muy claro. Por eso tiene asignado
un presupuesto anual de 8.434.000 euros, que en teoría debe repartir entre
familiares y empleados de la llamada Casa real, que es la más irreal del
reino, puesto que no figura en su seno ningún desempleado, hasta ahora; pero
debe de racanear mucho, y por ese motivo su hija Cristina y su olímpico
marido se han visto obligados a cometer toda clase de fraudes para salir
adelante con el fasto debido a su rango.
El mismo día 2 de junio se ha
dado a conocer en El Cairo la sentencia contra su antiguo presidente
eternizado en el cargo, Hosni Mubarak, que permaneció en el poder casi 30
años. Casi tanto como su majestad etc., que lleva casi 37 años. Le está bien
empleado, por haberse enriquecido a costa del pueblo, y haber mandado a sus
policías reprimir duramente las manifestaciones contra él.
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