LOS SIETE PECADOS DEL VATICANO
Escrito por Walter
Goobar
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Lunes, 04 de Junio de 2012
05:29
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El Obispo de Roma está más
preocupado por el avado de dinero que por los problemas teológicos y
doctrinales.
Como no hay celdas en el Vaticano, el exmayordomo del Papa,
Paolo Gabrielle, permanece detenido en una de las tres “salas de seguridad”
con las que cuenta la Gendarmería, la fuerza de policía que custodia las 40
hectáreas del Estado del Vaticano. Reza y calla, dicen unos; colabora con la
investigación, sugieren otros.
A la detención del mayordomo papal se le suman otros
misterios terrenales: en pocas semanas un grupo de expertos del Consejo de
Europa debe decidir si el Vaticano merece pasar a la lista de Estados
comprometidos en la lucha contra el blanqueo de dinero y lo más probable es
que la decisión sea negativa. De allí deviene la fulminante destitución del
presidente del IOR (la Banca Vaticana), Ettore Gotti Tedeschi, que no ha
conseguido limpiar el nombre del banco sacudido por crímenes y pecados
financieros desde hace tres décadas.
La catarata de escándalos es de tal magnitud que a Benedicto XVI
sólo le caben dos opciones: dejar que las investigaciones avancen hasta
culminar en una revelación sensacional, o sepultarlas en el misterio, como
hizo Umberto Eco en El nombre de la rosa con los crímenes investigados
por fray Guillermo de Baskerville y su novicio Adso de Melk en una abadía
benedictina. Se pasaría así de una ficción ambientada en la Edad Media al
terremoto, más convulso y real, que sacude al Vaticano en pleno siglo XXI.
“Cuando se suprime la justicia, ¿qué son los reinos sino grandes
bandas de ladrones?” La frase es de San Agustín, pero fue Benedicto XVI quien
la citó en su primera encíclica de 2005. Seguramente, no imaginaba que siete
años más tarde ésta sería la imagen que proyecta su Pontificado.
Después de años de soportar escándalos de pederastia, de tener
que pedir perdón cuando se hizo insoportable el cúmulo de curas y obispos que
abusaron sexualmente de niños, y de que Wikileaks empezara a filtrar archivos
clasificados del Vaticano, en febrero pasado, el programa Los Intocables
del canal de televisión La7 de Italia difundió cartas del ex secretario
general del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, Carlo Maria
Viganó. En las misivas, dirigidas a Benedicto XVI y al secretario de Estado
de la Santa Sede, Tarcisio Bertone, el clérigo denunció “corrupción,
prevaricato y mala gestión” en la administración vaticana. La batalla contra
la corrupción la perdió Vigano el verano pasado, cuando fue removido de su
cargo y enviado de nuncio apostólico a Washington.
Luego de la difusión de las cartas del exiliado Carlo María
Viganó, se hizo público un memorándum anónimo que alertaba sobre las
falencias de una nueva ley antilavado de la Santa Sede. También se reveló que
el banco del Vaticano IOR había realizado transferencias por millones de
euros al exterior para evadir los controles italianos.
No es preciso recurrir a sabuesos como el fraile y detective
Guillermo de Baskerville y su ayudante Adso de Melk para deducir que la
publicación de detalles embarazosos son el resultado de un esfuerzo
concertado para obligar a Tarcisio Bertone a dejar su puesto como secretario
de Estado del Vaticano.
Benedicto XVI despertó recelos en 2006 nombrando a Bertone un
teólogo y experto en derecho canónico para encabezar la burocracia vaticana,
conocida como la Curia, que estaba dirigida normalmente por un diplomático
papal experimentado.
Quién está exactamente detrás de la oscura campaña de
filtraciones sigue siendo objeto de especulaciones pero los observadores
Vaticanos sospechan de la implicación del “ala diplomática”, que incluye al
influyente predecesor de Bertone, el cardenal Angelo Sodano.
La lucha de poder se libra dentro de la comisión de los
cardenales. En ella está Bertone, que es el presidente, pero también están
Attilio Nicora, que casi nunca ha estado de acuerdo con él. Entre Bertone y
Nicora, el último motivo de disputa ha sido el reglamento contra el blanqueo
de capitales.
Para redactar esta normativa, Gotti Tedeschi y el cardenal
Nicora habían llamado a los dos máximos expertos italianos en la materia,
Marcello Condemi y Francesco De Pasquale, funcionarios del Banco de Italia.
La ley entró en vigor el 1 de abril de 2011 y dotó al Vaticano de una
Autoridad de Información Financiera, presidida por Nicora, con poderes
absolutos sobre cualquier movimiento de dinero llevado a cabo en cualquier
oficina interna o vinculada con la Santa Sede, incluidos el IOR y la
secretaría de Estado.
Pero la dirección del IOR, la Secretaría de Estado y la
gobernación objetaron que con esta normativa el Vaticano perdía su soberanía
y se convertía en un “enclave” de poderes externos bancarios, políticos y
judiciales. Encomendaron a un abogado norteamericano, Jeffrey Lena, la
redacción de otra ley y durante el invierno pasado, hicieron entrar en vigor
un segundo texto que limitaba los poderes de inspección de la Autoridad de
Información Financiera, sometiéndolos a los de la secretaría de Estado.
Tanto Nicora como Gotti Tedeschi vaticinan que la nueva ley
implicará que la Santa Sede no sea admitida en el Libro Blanco antilavado. En
julio se espera un primer veredicto por parte de las autoridades
internacionales sobre la normativa contra el blanqueo de capitales en el
Vaticano. Pero las opiniones de los inspectores de Moneyval, hacen presagiar
una debacle. La primera versión de la ley había recibido seis votos a favor y
cuatro en contra. La segunda versión, en cambio, tuvo ocho votos en contra y
sólo dos a favor.
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