«Decía cosas que no gustaban a los señoritos»
Por Memoria Pública Lunes 21 de Mayo de 2012
Ignacia Domínguez Delgado era “de familia muy pobre y tenía cinco hijos, cuatro hembras y un varón”, señala su nieto Ignacio Ávila, de 57 años. Su marido trabajaba en el campo y ella como ama de cría de familias pudientes, en larguísimas y agotadoras jornadas. Vivían todos en La Palma del Condado (Huelva).
Ignacia Domínguez Delgado(foto)
“Ella cogió endeblez y le empezó a fallar la cabeza, comenzó a decir cosas que no debía, que no gustaban a los señoritos”, explica Ignacio, convencido de que su imprudencia fue lo que acabó pasándole factura, ya que la familia no destacaba por su adscripción política.
El 8 de septiembre de 1937 salió un camión con destino a Bonares con 12 hombres y una mujer, Ignacia. Allí fue fusilada y enterrada. Tenía 40 años. Ni Ignacio ni su familia tienen demasiados datos. En parte porque su abuelo, destrozado por la pérdida y enfermo de alcoholismo, no quiso que se inscribiera en ningún sitio.
“Quiso dejar las cosas como estaban y vivir la pena discretamente”, cuenta Ignacio. Años después, casualmente, llegaron nuevas revelaciones.
“Quiso dejar las cosas como estaban y vivir la pena discretamente”, cuenta Ignacio. Años después, casualmente, llegaron nuevas revelaciones.
“Un día, estando una tía mía trabajando en la casa del jefe de Falange, Diego Reñón,
su madre le dijo: ‘Josefa, yo sé quién tuvo la culpa de lo de tu madre’. Y le contó
quién dio la orden”. Ignacio sabe el nombre, el de la madre de un aristócrata de la zona que gozó de impunidad en los años de la represión, pero prefiere ser prudente.
su madre le dijo: ‘Josefa, yo sé quién tuvo la culpa de lo de tu madre’. Y le contó
quién dio la orden”. Ignacio sabe el nombre, el de la madre de un aristócrata de la zona que gozó de impunidad en los años de la represión, pero prefiere ser prudente.
El juez del juzgado de Moguer (Huelva) Enrique Rodríguez no ha investigado el caso.
Fuente: www.publico.es
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