miércoles, 11 de enero de 2012

Manuel Azaña Díaz (1880-1940)

Nació en Alcalá de Henares (Madrid) el 10 de febrero de 1880. Huérfano desde la niñez, estudió el bachillerato en los padres agustinos de El Escorial. Se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza. Ingresó por oposición en el Cuerpo de Letrados de la Dirección General de los Registros y del Notariado, organismo del Ministerio de Justicia. Procedente del reformismo monárquico, pues militó en el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, y admirador de la cultura política francesa, fue el auténtico inspirador y jefe político de la izquierda burguesa durante la II República. Ministro de la Guerra en el Gobierno provisional (1931), aplicó un programa de reducción de los efectivos del cuerpo de oficiales, mediante el retiro anticipado, y trató de conseguir sin mucho éxito la lealtad de los militares al nuevo régimen. Jefe del Gobierno (1931-1933), al frente de una alianza de republicanos y socialistas, que se propuso modernizar y regenerar el país, logró la separación de la Iglesia y el Estado e impuso el laicismo en la escuela pública. En un acalorado y brillante debate parlamentario, consiguió la aprobación del estatuto de autonomía de Cataluña y una ley de reforma agraria, inmediatamente después de la sublevación dirigida por el general Sanjurjo (agosto 1932). Tras la travesía del desierto del bienio negro, llegó de nuevo al poder con el triunfo del Frente Popular (febrero 1936). Jefe del Gobierno y luego presidente de la República (1936-1939), durante la guerra civil se consideró prisionero de las iniciativas del Gobierno, en Barcelona o Valencia, taciturno y desesperado ante la marcha de los acontecimientos y el desbordamiento revolucionario. Crítico lúcido y a veces feroz de la España republicana en la contienda, tan alejada de su original proyecto liberal y reformista. Luego de la caída de Cataluña, huyó a Francia, a la embajada española en París. Se negó a volver a la zona centro-sur, como le pidió Negrín, y presentó la dimisión como presidente de la República después de que Francia y Gran Bretaña reconocieran al Gobierno de Burgos (28 de febrero de 1939). Orador brillante, escritor insigne, autor de una copiosa obra literaria y de memorialista político, reunida en cuatro tomos de “Obras completas”, resaltando el ensayo histórico sobre la guerra civil “La Velada en Benicarló”. Entre los principales episodios de la vida de Azaña, se encuentran los tristemente sucesos de Casas Viejas y Arnedo (con la terrible frase de “tiros a la barriga”). La clausura de la Academia General Militar de Zaragoza. Pase voluntario a la reserva de generales, jefes y oficiales; supresión de las capitanías generales. En 1929 contrajo matrimonio católico con Dolores Rivas Cherif en la iglesia de los Jerónimos de Madrid. Su esposa era 25 años más joven que él, y hermana de su gran amigo Cipriano Rivas. En mayo de 1931, cuando se produce en Madrid la quema de iglesias y conventos, se opuso a que el Gobierno adoptase medidas drásticas contra los incendiarios, pues en su opinión, “todos los conventos de Madrid no valían la vida de un republicano”. Se promulgó la Ley del Divorcio, lo que junto con su famosa frase “España ha dejado de ser católica”, le valió la enemistad de un gran sector del país. El 4 de marzo de 1932, Azaña entró en la Masonería, iniciado en Madrid donde recibió el grado de ‘Aprendiz’. El 13 de julio de 1936 tuvo lugar el crimen de Estado de José Calvo Sotelo. Secularizó los cementerios, estableció la censura de prensa y mantuvo el estado de alarma que había decretado su antecesor Pórtela Valladares. Falleció en Montauban (Francia) el 4 de noviembre de 1940. Persiste la  controversia  sobre si murió en el seno de la iglesia católica.   

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