lunes, 2 de julio de 2012

"SU UNICA ARMA FUE LA PLUMA"

El dibujante que desafió a Franco

Una investigación recupera a Bluff, ilustrador republicano fusilado en 1940 por el "doble sentido" de unas viñetas de cómic publicadas en la revista de la cárcel Modelo de Valencia 

El dibujante que desafió a Franco  

Llegó a Valencia en 1936 para embarcar a América, pero acabó por quedarse y dibujó a Franco amanerado. Es Bluff, un olvidado del humor gráfico fusilado el 28 de junio de 1940, cuya memoria ha rescatado el investigador Lamberto Ortiz para una biografía. Bluff fue ilustrador en diversas publicaciones españolas de los años 30 y fue encarcelado en la Modelo de Valencia al final de la guerra. El "doble sentido" de unas viñetas de cómic publicadas en la revista de la cárcel, en las que jugaba con el enfrentamiento entre carlistas y falangistas al final de la contienda española, le supuso la pena de muerte y el sambenito de dibujante "satánico"

ALFONS GARCÍA| VALENCIA Olivia Gómez pregunta desde Nueva York: "¿En España se conoce el trabajo de mi padre?". Su padre es Carlos Gómez Carrera (Madrid, 1903 - Valencia, 1940), dibujante conocido como Bluff, y la respuesta es no.
Gómez Carrera es uno de esos humoristas gráficos de cuya historia solo se conocen hoy retazos dispersos. Dedicado a un arte descalificado en ocasiones como menor, no ha corrido la suerte de otros intelectuales fieles a la República y el silencio de 40 años ha llevado su nombre al olvido.
Pero hay quien lucha por rescatar su memoria: "Bluff es un dibujante de culto, indispensable para el conocimiento de la historia del humor gráfico español", afirma el dibujante e investigador Lamberto Ortiz, que lleva más de tres años persiguiendo las huellas de Gómez Carrera y que ultima una biografía que verá la luz pronto.
Bluff no tocó un arma durante la Guerra Civil, que vivió en Valencia desde finales de 1936 dibujando para Adelante, La correspondencia de Valencia y La traca en defensa de la II República, y se fió de la promesa de que quien no tuviera las manos manchadas de sangre no tenía nada que temer.
El 29 de marzo de 1939, La correspondencia fue intervenida y él regresó a su casa de Madrid, donde estaban su mujer y su hija. El 28 de abril de aquel año era detenido y, tras pasar por el Reformatorio de Alicante y otros correccionales, era encerrado en la Cárcel Modelo de Valencia.
Solo saldría de allí para ser fusilado en las tapias del cementerio de Paterna el 28 de junio de 1940. Su sentencia de muerte, recuperada por Ortiz en Instituciones Penitenciarias -así como sus últimas viñetas-, lo culpa de "alta traición a la patria" y lo califica de "dibujante satánico, que está engañando a la Gloriosa España Nacional, al dibujar con doble sentido".
Bluff no empuñó jamás un arma, pero no se arredró ni en la prisión, donde su lápiz continuó cargado de acidez y contenido crítico contra la dictadura franquista, aunque fuera, claro, bajo metáforas y símbolos. De ahí, el "doble sentido" de la sentencia. Encerrado, Gómez Carrera pasó a dibujar para Redención, semanario pensado para reeducar a los presos y que era el único medio de información al que tenían acceso. Creó las tiras de Don Canuto, ciudadano peso bruto (inicialmente era "preso bruto") y las dos últimas, por las que fue condenado a muerte -se reproducen en esta página-, se publicaron el 20 y 27 de abril de 1940. La primera juega con el lema de que "los republicanos no usan sombrero". En la segunda, dos rudos pescadores se disputan un pez: fue interpretada como que falangistas y carlistas se peleaban por España (lucha muy de aquel momento).
Estados viñetas le valieron la muerte al lado del director de La traca, Vicent Miquel Carceller, y otros presos. La maleta que dejó con sus dibujos nunca llegó a su madre. Solo recibió una corbata, un cinturón, una camisa, algún dibujo menor, relata Ortiz. Eso y una tumba de silencio.
La vida de Bluff estuvo dedicada al dibujo en diversas publicaciones de los años 30. A la izquierda, autocaricatura de Bluff de 1930. Arriba, fotografiado con su mujer, María del Coro, y su hija Olivia. Abajo, penúltima viñeta de Las cosas de Don Canuto en Redención del 20 de abril de 1940 así como la última viñeta (27 de abril de 1940), interpretada como una burla de la disputa de falangistas y carlistas, una de las razones que le costó la vida. (Archivo Lamberto Ortiz)
                                                        Fuente: www.laopinioncoruna.es

"EL ORGULLO GAY DEL MATEMATICO CASTRADO"

Más Alan Turing y menos Cher: los iconos olvidados del Orgullo Gay

Porque no todo son arcoiris y carreras de tacones el 28 de junio.

hidrogenesse alan turing
El grupo Hidrogenesse reivindica la figura de Alan Turing, el activista en la sombra.
Foto: Alicia Aguilera
  A veces no hace falta realizar un estudio de campo para refutar una teoría. Pero si tienes dudas, el próximo sábado, durante la manifestación del Orgullo LGTB, prueba a preguntar a cualquiera que tenga un smartphone en la mano quién fue Alan Turing. Pocos te darán una respuesta. Repite el experimento preguntando esta vez el nombre de la famosa que acaba de posar desnuda tras una bandera del arcoris semitransparente para la portada de una revista autoproclamándose icono gay. Pues eso.

Para bien y para mal, con los años el Orgullo Gay ha derivado en la gran fiesta veraniega de Madrid a la que todos se apuntan. En una cita ineludible que conserva el espíritu reivindicativo con el que nació pero que, poco a poco, se ha dejado engullir por una vertiente más lúdica que puede poner en peligro su supervivencia. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene reivindicar aquello cuya historia se desconoce?

Bien lo saben Genís Segarra y Carlos Ballesteros, componentes del dúo Hidrogenesse, que acaban de publicar el disco Un dígito binario dudoso, un homenaje inspirado en la vida del inglés Alan Turing, matemático y filósofo homosexual considerado padre de la informática moderna de cuyo nacimiento se cumplen ahora 100 años.

No han sido los únicos que se han acordado de esta efeméride –Google le dedicó hace unos días uno de sus famosos doodles interactivos–, pero sí de los pocos que han querido hacer en sus canciones referencias explícitas a las tendencias sexualesque le llevaron a ser condenado por el gobierno británico en 1952. Dos años después se suicidaría.

Que a Turing le gustaban los hombres es tan relevante en su biografía que es imposible pasarlo por alto”, explican Hidrogenesse. “Él nunca obvió su homosexualidad, aunque eso le provocó muchos más problemas de los que se podía imaginar. Fue acusado y condenado por indecencia grave y perversión sexual en 1952, los mismos cargos que imputaron a Oscar Wilde 50 años antes. Fue sometido a un tratamiento de castración química en vez de ir a la cárcel, sufrió un desprestigio público considerable, le consideraron sospechoso de traición por conocer secretos de estado... Aunque no murió directamente por la causa, su manera de entender la vida no aceptaba la mentira y eso le llevó a la desgracia. Cada uno elige los iconos que le atraen, y a nosotros nos parece fascinante la vida y obra de este genio”.

Sin llegar al extremo de tener que explicar a los usuarios del Grindr que sin Alan Turing hoy nadie podría estar ligando con aplicaciones del iPhone, Mili Hernández, propietaria de la librería Berkana y una de las primeras que abrió un negocio enfocado al público homosexual en Chueca, también lucha para desenterrar del olvido a esos otros iconos LGTB que, en su opinión, merecen más reconocimiento. “Nos hemos olvidado de la gente que verdaderamente luchó para que hoy podamos disfrutar de unos derechos que ahora corremos el peligro de perder. Ensalzamos a cantantes que se suben al escenario durante las fiestas a decirnos lo bonitos y guapos que somos y dejamos de lado a la gente que ha sujetado pancarta durante años para reclamar lo que nos pertenece. Creo que escritores como Alberto Mira, profesor de Oxford y autor del diccionario de cultura homosexual Para entendernos, se merecen más respeto que Mónica Naranjo”.
Pero esta pasión por el becerro de oro no es algo exclusivo del mundo homosexual. Al menos no según Juan Flahn, director de la película Chuecatown y autor del libro Orgullo Z, que narra un apocalipsis zombie en plenas fiestas del Orgullo Gay. “Siempre hay ídolos populares que, sin ser referentes de intelectualidad, la gente toma como modelos para divertirse, imitarlos o incluso criticarlos. Sucede en todos los ámbitos. Belén Esteban y Mario Vaquerizo, por ejemplo, han sido encumbrados por el mundo hetero. El problema es que estos referentes populares representan un tipo de vida y de pensamiento bastante limitador, aunque tampoco podemos esperar que la masa encumbre a un matemático o en un astrónomo como ídolos de masa. En eso los Hidrogenesse han sido siempre unos adelantados, y por eso les adoro”.

¿Significa esto que es imposible pensar en un Orgullo Gay sin tener que escuchar a Kylie, Cher, Madonna o Alaska? “No solo sería posible, sería deseable”, continúa Juan Flanh, que también fue uno de los creadores de las famosas fiestas En plan travesti que hace años revolucionaron la noche madrileña. “Sería genial que dejáramos de prestar tanta atención a esas divas que ya están encumbradas, que ya han hecho todo lo que tenían que hacer por el colectivo, y empezáramos a fijarnos en nosotros mismos, en ver cómo podemos realizarnos cada uno en nuestra pequeña parcela y dejar de transferir esa energía y esas ganas y ese tiempo a, no sé, Lady Gaga. Hay que dejar de darles dinero a ellas e invertirlo en nosotros. Nos quejamos de la afición hetero al fútbol, pero en el fondo somos igual de hooligans”.

Mikel López Iturriaga, autor del blog gastronómico El Comidista, comparte esta opinión. “Es innegable que hay un tipo de gay bastante común al que le fascina lo estiloso y pone los valores estéticos por delante de otros más profundos, pero también hay homosexuales con cerebro muy valorados por la comunidad como Oscar Wilde, John Waters o los Pet Shop Boys. No se trata de ponerse intenso y coñazo, porque la fiesta es divertida y está en el ADN del Orgullo, pero hay temas pendientes importantes. Sin ir más lejos, el partido que gobierna tiene presentado ante el Constitucional un recurso homófobo contra la ley del matrimonio. Y la discriminación sigue campando a sus anchas en muchos ámbitos lejanos a las grandes ciudades. Así que como decían por mi pueblo, jaiak bai, borroka ere bai (fiestas sí, lucha también)”.

Un lema que Pepa Charro, la mujer que se esconde detrás de La Terremoto de Alcorcón, bien podría hacer suyo. Al fin y al cabo ella ha sido la encargada de hacer el pregón de las fiestas de este año. “Quizá la gente prefiere alzar iconos de la belleza a un pedestal gay que recordar castraciones químicas. Por supuesto que no hay que olvidar que tremendos casos como el de Alan Turing son los pilares de nuestras libertades, pero no hace daño a nadie añadirle un poco de purpurina, lentejuela, color y pluma a un pasado sin derechos. Por eso las divas son necesarias. Las divas y la Terremoto, claro”.
                                      Fuente:www.elpais.com

domingo, 1 de julio de 2012

"REPUBLICANOS EN FRANCIA"

Españoles en los campos de concentración franceses

Imágenes del archivo fotográfico de Ione Robinson, cedidas a Público.es por su nieto Christian Dallett

PÚBLICO.ES Nueva York 01/07/2012 07:00 Actualizado: 01/07/2012 11:49
Combatientes republicanos en el campo concentración de Francia Barcares (France, 1939)
Combatientes republicanos en el campo concentración de Francia Barcares (France, 1939)

"SI TENGO QUE SEGUIR LUCHANDO POR LA REPÚBLICA, LO HARÉ CON LOS DIENTES"

Exiliados en mitad de la nada

La investigadora Francie Cate-Arries recoge en 'Culturas del exilio español entre las alambradas' la producción cultural de los represaliados españoles en los campos de concentración de Francia

ALEJANDRO TORRÚS Madrid 01/07/2012 07:00
Refugiados españoles en 1939 en Argeles Sur Mer.

Refugiados españoles en 1939 en Argeles Sur Mer.GETTY

Año 1939. Con los zapatos rotos, los pantalones sucios hasta las rodillas de una mezcla de estiércol y grasa de coche y vacíos los estómagos, 100.000 exiliados republicanos se hacinan en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer , un punto aislado de la costa mediterránea francesa. En un barracón, un anciano ha organizado un ciclo de conferencias de la historia de España. En mitad de la disertación, un asistente interrumpe al profesor: “Nosotros también somos historia”.
El término exiliado fue eliminado de la RAE en 1950 por la dictadura
La inclusión de estos expatriados en la historia oficial de España tuvo que esperar 40 años. En el año 1950, la dictadura de Franco eliminó la palabra exilio del diccionario de la RAE. El falangista José Esteban Vilaró explicó a la perfección el deseo del régimen de Franco: "Los rojos republicanos vivirán solamente en la infamia. Después, desaparecerán para siempre". Sus deseos, sin embargo, no se cumplieron. Ahora, sus vidas y sobre todo, su proyección cultural están recogidas en Culturas del exilio español entre las alambradas, (Anthropos), una obra de la experta en Estudios Hispánicos de la Universidad William & Mary en Virginia (Estados Unidos) Francie Cate-Arries.
“Cuando llegaron los represaliados españoles a Francia no había nada. Ni siquiera sabían dónde estaban. A su alrededor sólo había alambradas”, cuenta a Público la autora. Inmediatamente, los internos comenzaron a construir barracones y a organizarse en divisiones para realizar las tareas del día a día con el eterno sueño de que de un día Franco caería y podrían regresar a su país.
Los días pasaban y desde España no llegaban buenas noticias. La guerra europea ya había comenzado y en el bando aliado residían todas las esperanzas de los represaliados. No obstante, el sueño de retornar a su país se transformó en la odisea de emigrar a París, primero, y a México, después.
En los campos se continuaron las misiones pedagógicas de la República
“Lo más admirable fue cómo continuaron dentro de las alambradas las misiones pedagógicas de la República. Se instruyeron a los soldados analfabetos, se crearon bibliotecas, se crearon sindicatos de estudiantes universitarios, de profesores… En definitiva, mantuvieron el derecho universal al conocimiento y a la cultura”, explica Cate-Arries.

“Machado, el espíritu del pueblo republicano”

Entre los 550.000 españoles que tuvieron que exiliarse en Francia destacaba la figura de un poeta: Antonio Machado. El autor de Campos de Castilla abandonó España el 27 de enero de 1937. 26 días después, el 22 de febrero, Machado fallecía en la ciudad pirenaica de Colliure. “Cuando se corrió la noticia de la muerte del escritor los represaliados comenzaron a recitar sus poemas espontáneamente y a celebrar homenajes en su memoria. Su valor simbólico facilitó la reconstrucción de las identidades culturales”, apunta Cate-Arries.

Los residentes en los campos de concentración
tenían claro el objetivo. Había que mantener la identidad ideológica de la República y reivindicar valores democráticos y la lucha por la justicia social. “Ellos eran los vencidos, pero no se daban por derrotados. Insisten casi obsesivamente en la coherencia ideológica del grupo: justicia, libertad e igualdad”, relata Cate-Arries.
La resistencia a la derrota y el espíritu de lucha lo resume perfectamente Cate-Arries en el testimonio de un mutilado que encontró en el archivo de los exiliados en México: “Encontré una fotografía de un hombre mutilado que no tenía brazos. Su pie de foto rezaba: ‘Si tengo que seguir luchando por la República, lo haré con los dientes’”.
                                           Fuente: www.publico.es

“LOS CRIMENES DEL FRANQUISMO SERAN JUZGADOS EN ARGENTINA”

Más de cien querellantes en la causa contra el franquismo en Argentina

La jueza de Buenos Aires María Servini llegará a España en septiembre

PATRICIA CAMPELO MADRID 01/07/2012 11:10 Actualizado: 01/07/2012 11:44


José María Galante 'Chato' en la asamblea de los ex presos del franquismo, celebrada el 
sábado 23 de junio en Madrid. / P.C.

José María Galante 'Chato' en la asamblea de los ex presos del franquismo, celebrada el sábado 23 de junio en Madrid. / P.C.

La Plataforma vasca, que aglutina a una decena de asociaciones de memoria, es una de las últimas incorporaciones a la querella contra los crímenes franquistas presentada en un juzgado argentino el 14 de abril de 2010. Más de una veintena de asociaciones abandera la causa en lo que han venido a llamar, provisionalmente, Red ciudadana de apoyo a la querella contra los crímenes del franquismo, compuesta por sindicatos, asociaciones de memoria, ecologistas, actores, miembros del 15-M y particulares. Algunos de los integrantes de esa red recorren la geografía española recabando apoyos.
La última parada la hicieron esta semana en Valencia los ex presos políticos del franquismo agrupados en La Comuna, una de las organizaciones más activas en la lucha por el fin de la impunidad. Allí invitaron a familiares de represaliados y víctimas directas a suscribir la querella que sigue su curso desde Argentina. Hasta ese país llegaron, hace dos años, los dos primeros querellantes: Inés García Holgado -familiar de desaparecido- y Darío Rivas -hijo del alcalde de Castro Rei asesinado en 1937. Ambos optaron por la vía de la justicia internacional cuando el Tribunal Supremo admitió a trámite la denuncia de la organización ultraderechista Manos Limpias contra Baltasar Garzón. El entonces juez había intentado investigar las desapariciones forzadas durante la dictadura y fue acusado de prevaricar por haber asumido la competencia en esta materia.
Tras el juicio a Garzón y el portazo del Tribunal Supremo a la posibilidad de enjuiciar estos delitos en España, la cifra de denunciantes ya ha rebasado la centena "y sigue incrementándose", ha confirmado Rocío Mostaza, de la Unión de Actores, a Público.es.
La Red ciudadana contra la impunidad se reunió el pasado jueves 21 de junio en Madrid para potenciar las acciones en el marco de la próxima visita de la jueza argentina María Servini a España, prevista en septiembre. Varios miembros de La Comuna trabajaron sobre los resultados de ese encuentro dos días después en el centro social de Tabacalera, en la capital. Allí recordaron que, algunos integrantes de este colectivo que agrupa a más de 300 veteranos militantes de izquierda, viajaron a Buenos Aires a primeros de mayo para prestar declaración ante Servini.
El encuentro sirvió también para recoger propuestas de actos a realizar durante la visita de la jueza argentina a España. "Está previsto que llegue a finales de septiembre", avanzó Josu Ibargutxi, miembro de la Plataforma vasca y uno de los ex presos políticos que también viajó a Argentina el mes pasado. La visita servirá para avanzar en las investigaciones: reunirse con víctimas y familiares y visitar fosas comunes.
Ibargutxi explicó también que la Plataforma vasca por la querella contra el franquismo acaba de comenzar con las labores de documentación de la represión en ese territorio, así como a buscar apoyos institucionales. "Asociaciones como la del 3 de Marzo y los curas de la antigua cárcel de Zamora están preparando toda la documentación que van a incorporar a la investigación", aclaró. La prisión zamorana se destinó a encarcelar a los llamados curas obreros del tardofranquismo, acusados de "delitos políticos" por cuestionar la dictadura.
La Unión de Actores, una de las primeras organizaciones que se sumó a la querella, también se encuentra recabando información de los artistas represaliados con objeto de elaborar un censo, tal y como explicó el pasado lunes 18 el secretario de la organización, Vicente Cuesta, durante la gala anual de entrega de premios.
Los ex presos reunidos en Tabacalera, entre los que estaban Manuel Blanco Chivite -militante del FRAP y condenado a muerte en 1975- y José María Galante 'Chato' -ex dirigente de la Liga Comunista Revolucionara-, concluyeron la jornada con talleres preparatorios de acciones en el marco de la campaña de visibilización de la querella. Blanco Chivite también acudió a Valencia esta semana, un lugar donde aún no se ha presentado ninguna denuncia a incorporar a la investigación del juzgado Juzgado Criminal y Correccional Federal número 1 de Buenos Aires.
                                                   Fuente: www.publico.es

“CUANDO HABRA PAZ PARA LOS REPUBLICANOS DE LA II REPÚBLICA”

Huir de Argelia

Decenas de miles de franceses, muchos de origen español, emigraron de Argelia al Levante español hace 50 años cuando Francia concedió la independencia a su última colonia magrebí.

Mientras, los refugiados republicanos en Orán y Argel volvían a exiliarse, esta vez en Francia.

Franceses nacidos en Argelia hacen en Alicante campaña a favor del sí en el referéndum organizado por Franco en 1966. / Perfecto Arjones

Junto a su familia, José Falcón corrió con todas sus fuerzas, hace ya 50 años, hasta el portaaviones La Fayette atracado en Orán. Quería poner a salvo, en su bodega, a su mujer, Hélène, y a sus tres hijos. El barco de guerra estaba lleno hasta la bandera con refugiados como él y cientos de harkis, los mercenarios argelinos que lucharon junto al Ejército francés en la guerra de la independencia de Argelia.
“Los moros cortaban las cabezas de los europeos, había que escaparse”, recuerda Falcón, barcelonés de 96 años, en su modesto chalé adosado de Toulouse. Atrás dejaba entonces 23 años de exilio en la Argelia francesa. Falcón fue aviador republicano, el que libró el último combate aéreo en los cielos de Cataluña en febrero de 1939, derribando a un Messerschmitt alemán. Cruzó los Pirineos, pasó unas semanas en los campamentos de concentración del sur de Francia y emigró a Orán, donde había sido invitado por su tío.
Ese día, el 5 de julio de 1962, iba a proclamarse la independencia de Argelia, pero horas antes los disparos en el transcurso de una manifestación de alegría de argelinos en la plaza de Armas de Orán, la segunda ciudad del país, desataron primero el pánico y después una matanza de europeos perpetrada por el Ejército de Liberación Nacional, la resistencia armada argelina, y civiles espontáneos provistos de armas blancas.
Dispararon contra las terrazas de los cafés, contra los automovilistas; hubo ejecuciones sumarias, secuestros, ahorcamientos y mutilaciones y enucleaciones en plena calle hasta que, con horas de demora, el general francés Katz ordenó a sus 18.000 soldados que interviniesen. El balance de víctimas oscila, según las fuentes, entre 400 y 3.000 muertos y desaparecidos en tres horas. Aunque muchos habían huido de Orán las semanas anteriores, aún quedaban en la ciudad más de cien mil europeos.
“Gentes aterrorizadas corrían por todas partes, me gritaban que me escondiera en algún portal, en algún local”, recuerda Sylvie Ambros, oranesa de 85 años. Llevaba días recluida en el hotel Univers, que regentaba su padre en el centro de Orán, pero se había arriesgado a echarse a la calle para comprar comida para su bebé. “Pensé que el local, en vez de ser un refugio, podía convertirse en una ratonera y opté por regresar al hotel”, prosigue. “En él se hospedaban militares franceses que me inspiraban seguridad”, añade.
El día en que se proclamó la independencia de Argelia cientos de europeos fueron asesinados en Orán
Cuatro semanas después, Sylvie Ambros también se dirigió al puerto con su hija y sus padres para embarcar, “gracias a un enchufe, porque había bofetadas para subir a bordo”, pero no eligió el mismo destino que José Falcón. Zarparon rumbo a Alicante, a 290 kilómetros de Orán. Regresaba a la tierra de sus antepasados porque, aunque habían adquirido la nacionalidad francesa, los Ambros eran de origen valenciano. Ahora reside, junto con su hermana, en pleno centro de Alicante, que, según Sylvie, “tiene mucho en común con Orán, aunque es más seco y algo más caluroso”.
Para José Falcón, la independencia de Argelia supuso un segundo y doloroso exilio. Para Sylvie Ambros, la vuelta al país de sus ancestros, aunque perdiendo buena parte de su patrimonio. Para España, la descolonización de Argelia tuvo consecuencias migratorias y políticas porque buena parte de los 1,2 millones de europeos que allí residían eran españoles o de origen español. En Orán eran incluso mayoría (65%), y la calle hablaba español, y en Argel eran hegemónicos en el populoso barrio de Bab el Oued.
Desde que Francia inició la conquista de Argelia, en 1830, valencianos, murcianos y almerienses empezaron a expatriarse en busca de trabajo y no tardaban en obtener la nacionalidad francesa que París les otorgaba para incrementar el peso demográfico de los europeos frente a la mayoría de musulmanes argelinos.
La última gran oleada de inmigrantes españoles llegó coincidiendo con el final de la Guerra Civil cuando el carbonero Stanbrook zarpó de Alicante, el 28 de marzo de 1939, atestado con 2.638 pasajeros. Mientras, los últimos aviones de la República volaban hacia el oeste de Argelia. En total, más de 7.000 españoles se exiliaron en la colonia al acabar la contienda. No siempre la adaptación fue fácil.
“Me produjo un choque ver a los moros preparar el té en el barco que me trasladó de Marsella a Orán” en el verano de 1939, rememora José Falcón, que había oído hablar de las matanzas perpetradas por los soldados rifeños a sueldo de Franco durante la Guerra Civil. “Me esperaba ver allí la sabana africana y sus leones, pero aquello se parecía más bien a la calle de Pelayo de Barcelona”, añade.
Su último golpe emocional se lo proporcionó, 25 años después, la Gendarmería cuando, al instalarse en Francia, sacó la oposición de mecánico del cuerpo. “Coger la plaza suponía trabajar para aquellos que custodiaron los campos [de concentración] en los que estuve con mis compañeros en el sur de Francia”, explica Falcón. Superó sus reticencias y guarda un grato recuerdo de su último empleo.
Entre abril y agosto de 1962 cerca de 50.000 emigrantes procedentes de Argelia llegaron a España, el 70% a Alicante
“A mí me impresionaban los fantasmas de las calles de Argel”, recuerda Antonio Asensio, de 73 años, refiriéndose a las mujeres vestidas con largas túnicas blancas que les cubrían la cabeza y solo dejaban su rostro al descubierto. Cuando tenía 11 años, Asensio voló en avión de Valencia a Argel pare reunirse con su padre allí exiliado. “A bordo, los pasajeros se despedían de su tierra cantando El emigrante”, asegura.
Los exiliados republicanos se trasladaron en 1962 a la metrópoli, pero decenas de miles de pieds-noirs (franceses nacidos en Argelia), de españoles que habían adquirido la nacionalidad francesa y otros emigrantes valencianos que aún no la tenían embarcaron en transbordadores, cargueros, barcos de recreo y hasta en veleros rumbo a Santa Pola, Jávea, Águilas, Cartagena y, sobre todo, Alicante.
“2.200 españoles llegaron de Orán”, titulaba en portada, el 1 de julio de 1962, el diario Información de Alicante. La víspera fue el día del mayor desembarco, pero entre abril y agosto de 1962 arribaron al sureste de la Península 50.000 inmigrantes procedentes de Argelia, el 70% a Alicante, según el periodista francés Leo Palacio, autor de un libro sobre los pieds-noirs. De ese aluvión, la prensa española apenas habló. Es verdad que para algunos España solo fue un país de tránsito.
El aviador republicano José Falcó, de 96 años, en Toulouse. / Pierre Challier
Cuando en junio el goteo de pesqueros abarrotados de franceses se acentuó, el alcalde falangista de Alicante, Agatángelo Soler, llamó al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Castiella. Le pidió que España facilitara la salida de los miles de españoles que se agolpaban en el puerto de Orán. Le hizo esperar 20 minutos y le anunció “que salían para Argelia dos transbordadores escoltados por barcos de guerra para traerse a aquella gente”, declaró el alcalde a Información.
La orden la dio el propio general Franco, pero otro general, Charles de Gaulle, tardó tres días hasta autorizar a atracar al Virgen de África y al Victoria en Orán. Cuando los buques volvieron a España, sus pasajeros desembarcaron dando vivas a Franco. No tardarían en tener aún más motivos de agradecimiento al dictador.
Las autoridades les documentaron y les ayudaron a encontrar alojamiento; la Cruz Roja atendió a los enfermos y la prensa local publicó sus nombres para ayudar a las familias separadas a encontrarse. Muchos habían llegado con lo puesto a Alicante y “los bancos les concedieron facilidades crediticias de las que nunca se beneficiaron los españoles”, sostiene Leo Palacio.
Con esos créditos abrieron supermercados, bares, restaurantes, discotecas, lavanderías, joyerías, pastelerías, etcétera. El 20% de los locales de ocio de Alicante “están en manos de nuestros compatriotas”, estimaba en 1970 el cónsul de Francia en la ciudad, Petiot de Laluisant, en un informe dirigido a su embajador en Madrid.
Robert Tabarot, que fue la figura más célebre del exilio francés en el Levante, inauguró entonces una pizzería en Benidorm. El Ayuntamiento le concedió un permiso excepcional para que permaneciese abierta hasta las seis de la madrugada “mientras todos sus competidores españoles debían cerrar mucho antes”, prosigue Palacio.
Veintitrés años antes, el carbonero Stanbrook había permanecido 72 horas ante las puertas del puerto de Orán pese al hacinamiento de sus pasajeros republicanos y a la escasez de víveres para alimentarlos. Cuando, por fin, desembarcaron, las mujeres y los niños fueron trasladados a una cárcel que iba a ser desmantelada y muchos hombres válidos fueron enviados a la fuerza a construir el ferrocarril transahariano. El contraste entre la acogida que brindó España a los inmigrantes de Argelia y Francia a los exiliados republicanos es apabullante.
Por algo Le Courrier du Soleil, el semanario que fundaron los franceses en Alicante, describía a Franco como el “Moisés de los tiempos modernos” y traducía al francés los editoriales de Arriba, el órgano del Movimiento Nacional, ese partido único sui generis que encabezaba el propio dictador.
El fervor franquista de los pieds-noirs les llevó a hacer campaña por el sí en el referéndum de diciembre de 1966 que supuso una puesta al día del régimen de Franco. Caravanas de coches con pancartas pegadas al capó en las que se podía leer Oui = Sí o manifestantes portando rótulos ensalzando a Franco recorrieron las calles de Alicante.
Agatángelo Soler, el alcalde, contaba que un puñado de emigrantes procedentes de Argelia acudió al Ayuntamiento “a romper sus pasaportes” franceses. Eran los más radicales, aquellos que renegaban de una patria que les había "traicionado" al conceder la independencia a la tierra en la que habían nacido.
Buena parte de los jefes de la Organización del Ejército Secreto (OAS, según sus iniciales en francés), que causó 2.200 muertos en su lucha contra la independencia, acabaron o, al menos, pasaron por Alicante. “Aquí estaban fuera del alcance de la justicia francesa y ni uno de ellos fue extraditado a Francia por las autoridades españolas”, recalca Juan David Sempere Souvannavong, profesor de la Universidad de Alicante que ha investigado a fondo el exilio de los pieds-noirs en España.
“Al principio debía acudir a diario a firmar en la comisaría de El Campello (Alicante)”, señala François Andugar, de 75 años, hijo de padres españoles emigrantes a Argel, exparacaidista francés y después agente de la OAS con numerosos golpes en su historial. “A los de la OAS, la policía española no nos perdía de vista”, añade.
Aun así, él y medio centenar de hombres de acción de la OAS se reagruparon, a finales de 1962, en Vallfogona (Lleida), en un campo de entrenamiento. “Aprendíamos a atracar bancos porque la prioridad era obtener fondos para reconstituir la organización en Francia y, algún día, atentar contra De Gaulle”, prosigue. El proyecto fracasó.
Andugar confirma así un rumor, recogido entonces por la prensa francesa, sobre la existencia en España de campos de la OAS, pero sin aportar pruebas. “Hubo otro recinto de entrenamiento, efímero, por Vistahermosa”, pegado a Alicante, revela Jean Leonard Decouty, de 81 años, otro miembro de la OAS, pero que nunca estuvo en Argelia. “Luché desde la metrópoli”, explica, y para librarse de la justicia huyó a Alicante, donde abrió un restaurante de postín.
Decouty evoca con nostalgia el paso por Alicante de los cabecillas de la OAS como Joseph Ortiz o Pierre Lagaillarde, exdiputado de Argel, que consiguió un empleo en el economato del colegio francés que abrieron los pieds-noirs, en 1962, tras hacer una colecta. La mujer de Lagaillarde impartía clases de física.
“Qué duda cabe que al principio el colegio tenía un tufillo a OAS”, reconoce Manuel García, de 77 años, hijo de emigrantes alicantinos a Argel, que fue director del establecimiento en los ochenta. “El Ministerio de Educación [francés] lo observaba con recelo” y, tras su fundación, tardó una década hasta otorgarle su reconocimiento.
Para aquellos capitanes de la OAS, España no era una tierra extraña. Su organización fue fundada en Madrid, en el hotel Princesa, en diciembre de 1960, por el general Raoul Salan ayudado por Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo de Franco.
La impronta de la OAS aún persiste, medio siglo después, entre la colonia francesa en Alicante. El candidato del Frente Nacional en las legislativas francesas de junio para la circunscripción de la península Ibérica fue un pied-nord, Alain Lavarde, de 66 años, hijo de un agente de aquel ejército secreto que tantos atentados perpetró. Está orgulloso de su resultado: “Obtuve el 22,8% de los sufragios en Alicante, un porcentaje que triplica a mi media en España”.
 
                                                                         Fuente: www.elpais.com
        

“YO NO SOY COMUNISTA”

Castelao, esa “piltrafa” comunista

El profesor Alonso Montero documenta la etapa prosoviética del intelectual

Castelao, ante el micrófono, en el salón Prince George´s Hall de Buenos Aires, el 18 de agosto de 1940.

“Conviene que haga una pequeña aclaración”, le advirtió Castelao a Luís Soto en una supuesta entrevista, quizá redactada por él mismo, que difundieron las páginas de Nueva Galicia en junio de 1938. “Yo no soy comunista. No sé si tengo condiciones para serlo. No sé si pesan sobre mí prejuicios adquiridos en la infancia y en la lectura de libros venenosos”, matizó más adelante. “Pero llamándome modestamente republicano, puedo afirmar que tengo un espíritu abierto, dispuesto a todo sin pedir nada, y que en mi viaje a la URSS he adquirido la convicción de que allí se está engendrando una nueva vida que ha de ser el molde de los demás pueblos del mundo”.
El autor de Galicia mártir acababa de regresar de un periplo de 26 días por la federación, y ese “mes mal contado”, como le llamaría años después su amigo Valentín Paz-Andrade al recordarlo en Castelao na luz e na sombra (1982), biografía sentimental reeditada hace poco por Galaxia, le había dejado una huella profunda. A él y a algunos de sus contemporáneos, por lo que se ve. Ramón Suárez Picallo todavía le escribía así a Blanco Amor en una carta de 1942: “Desde que fue a Rusia, se ha entregado por entero. Lo han aplebeyado. Está hecho una piltrafa política”. Y otro tanto, desde Nueva York, decía Guerra da Cal: “Es lástima que un hombre tan grande sea así de pequeño en algunas cosas. Aquí, estuvo diciendo misas estalinistas de pontificial todo el tiempo”.
A esa “piltrafa” le ha dedicado Xesús Alonso Montero las poco más de 200 páginas de su último libro, publicado en junio por Xerais. Castelao na Unión Soviética en 1938 no se esconde. Al contrario, gasta un subtítulo más que elocuente, Filocomunismo e prosovietismo de Castelao nos anos da Guerra Civil, y comenta un conjunto de textos, algunos inéditos y otros poco conocidos, “exhumados tardíamente y con deficiencias”, insiste el compilador, que retratan el periodo “marxistizante” de un artista e intelectual que sin embargo jamás militó en un partido proletario.
El dibujante “demótico”, sensible y solidario con los pobres del mundo, se convirtió en otra cosa durante el trienio bélico, explica el profesor. Aunque fiel al Frente Popular, Castelao tensaba las costuras del discurso de la izquierda burguesa. Lo demuestran, por ejemplo, estas palabras pronunciadas ante 30.000 personas en La Habana en diciembre de 1938: “El pueblo español no está derramando su sangre para restaurar los inocentes avances sociales y políticos de la República del 14 de abril. (...) En España se lucha por la democracia y la libertad. Pero nuestra democracia ya no es aquella tapadera del viejo absolutismo que solo reconocía la soberanía del pueblo en el día de las elecciones, limitando su acción en el campo de la política y excluyéndolo del poder económico”.
No fue el concepto de nación de Stalin, con el que probablemente se había familiarizado un año antes en Valencia a través de una tradución al catalán, argumenta Alonso Montero, sino el contacto directo con el país lo que fascinó a aquel intelectual católico del Partido Galeguista. El trabajo en cadena, la higiene, las casas de reposo, el metro de Moscú, la demostración de fuerza en el Primero de Mayo, el estajanovismo, la aparente felicidad de las gentes... Todo, y en particular, lo que él veía entonces como la solución definitiva al problema de las nacionalidades que “Hespaña” debía importar: el federalismo. “Se ha cumplido mi predicción”, le confesaba a su amigo Rodolfo Prada en una carta escrita durante el viaje de vuelta. “De la URSS no se regresa jamás”.
Alonso Montero cree que las simpatías de Castelao por la Unión Soviética y el proyecto comunista empezaron a apagarse con la derrota de la República en abril de 1939 y recibieron un duro golpe, tal vez decisivo, el 29 de septiembre de ese mismo año, aquel día “desconcertante para millones de antifascistas del mundo entero” en el que Hitler y Stalin firmaron el pacto germano-soviético. Si en 1937, mucho antes de embarcarse en el Cooperatzia rumbo a Leningrado, As tres plagas que asolaban “Hespaña” eran para el de Rianxo el clericalismo, el militarismo y el capitalismo, en la versión retocada y “mejorada en lo posible” de ese mismo texto que incluyó después en Sempre en Galiza (1944) la tercera se había reencarnado en un tibio “semifeudalismo”.
En todo caso, Castelao había blindado su entusiasmo prosoviético contra los insondables meandros de la posteridad. Se le podrá reprochar, y el libro procura hacerlo, que en sus notas y crónicas del viaje hubiese ignorado las “terribles purgas” de Stalin en la época. Es cierto también que buena parte de sus impresiones parecen ahora ingenuas, e incluso impropias de quien llegó a referirse a los guerrilleros antifranquistas, antes “héroes” y “hermanos”, como indeseables “manadas de lobos”, pero hay que reconocer que su análisis no estaba falto de cautela. “Si la experiencia soviética hubiese fracasado”, escribía entonces, y resultó profético, “siempre deberíamos quedar agradecidos a un pueblo que hace experimentos en su propia carne, no en la carne de los demás”.

“En la URSS soy el dibujante revolucionario más admirado”

La mayor parte de los testimonios de la experiencia soviética de Castelao se deben al protagonista, a sus apuntes de viaje, sus cartas —alguna todavía inédita— y sus declaraciones al regreso, publicadas por Nueva Galicia, Frente Rojo y La Vanguardia. Las interpretaciones no siempre coincidían, como es obvio, y el artista parecía consciente. De hecho, se quejaba de que Suárez Picallo lo acusase de estar a sueldo de la URSS —“¡Imagínate a qué extremos conduce la pederastia!”, exclama en una descalificación claramente homófoba de su detractor— y llega a dulcificar su propio relato en una carta que le envía en marzo de 1940 a su amigo Rodolfo Prada. Teme no ser admitido en Argentina.
Esas líneas repletas de disculpas —“No fui más que diputado”, le dice a Prada— contrastan con las impresiones desbordantes de entusiasmo difundidas en junio de 1938: “En Moscú expuse mis dibujos (treinta obras). En el Museo de Arte Occidental Moderno (uno de los mejores museos del mundo, basta con decir que tiene una sala de Picasso) me destinaron una sala. Tuve un éxito rotundo”, escribía a bordo del Cooperatzia mientras atravesaba el canal de Kiel rumbo a España. “Desde luego puedo augurar que en la URSS soy el dibujante revolucionario más admirado”.
Castelao se refiere en esa carta a las veinte estampas de Galicia mártir y Atila en Galicia, series ambas de 1937, y a las diez todavía inéditas entonces de Milicianos. La exposición era una de las citas obligadas del viaje que el artista había emprendido junto a su esposa, Virxinia Pereira, desde el número 28 de la Rambla de Catalunya, donde vivían entonces en plena Guerra Civil, hasta la capital soviética, como parte de una delegación española para compartir con la “nación amiga” el Primero de Mayo de 1938.
               Fuente: www.elpais.com