Viernes, 7 de noviembre de 2014
Iñaki Gabilondo es un conocido presentador televisivo y
locutor radiofónico español. Hace unos días este profesional de la comunicación
rechazó ante sus televidentes a quienes condenan a la formación política
"Podemos" porque, decía el locutor: "¿se imaginan la ira
ciudadana sin Podemos?, ¿se la imaginan descontrolada y suelta?, ¿se la
imaginan en las calles?". La editorial de Canarias Semanal reflexiona
sobre lo que realmente subyace bajo estos deseos de Gabilondo...
EDITORIAL
CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Iñaki
Gabilondo es un presentador televisivo y locutor radiofónico que, desde las empresas españolas más
poderosas de la comunicación, ha
jugado un papel decisivo en la defensa del régimen político monárquico nacido de la dictadura y de la Constitución
de 1978.
Aparentemente
"mesurado", flemático y "ecuánime", con maneras muy
alejadas de cualquier radicalidad, Gabilondo ha desempeñado ha desempeñado la
importante función de justificar teóricamente la "transacción"
acordada a finales de la década de los
70 entre los herederos de la dictadura y
los partidos de la "oposición"
antifranquista
La verdad es
que durante años este presentador de TV ha constituido la cobertura mediática
del PSOE. Muy vinculado a los círculos gubernamentales socialdemócratas,
Gabilondo ha tenido la habilidad de
remar siempre a favor de la corriente dominante, realizando, no obstante, las
maniobras más oportunas para que la nave del sistema estuviera preservada de las amenazas que desde el oleaje
social la pudieran hacer zozobrar.
No puede
decirse, sin embargo, que Iñaki Gabilondo sea único en su estilo. En el gremio
de los periodistas y comunicadores el arquetipo Gabilondo ha sido frecuente.
Entre otras cosas, porque la aparente "distancia" que mantenían sobre
la política cotidiana les otorgaba "respetabilidad" ante los mismos
gobiernos, ya fueran éstos del PP o del PSOE. Los socialdemócratas,
particularmente han tenido mucho que agradecerle a Gabilondo por los inestimables
servicios que a lo largo de casi cuatro décadas les ha prestado.
Pero las fidelidades no son eternas. Y
especialmente ahora, cuando el edificio de las instituciones monárquicas
construido ad hoc para preservar los intereses históricos de las clases
económicamente hegemónicas empieza a dar peligrosas señales de resquebrajamiento.
La lealtad tiene siempre una medida, y ésta viene determinada por fidelidades
superiores y no circunstanciales.
Gabilondo, que
a lo largo de los últimos 40 años ha demostrado tener buen olfato, se ha dado
cuenta de que sus amigos políticos de antaño -los socialdemócratas de ayer -no
parecen encontrarse en condiciones de preservar las esencias últimas del
sistema en el que él siempre ha creído. La evidencia de que ello es así la dejó
clara el mismo "Iñaki" hace apenas unos días cuando dijo:
"Si el crecimiento
espectacular de "Podemos" refleja la magnitud de la ira ciudadana,
¿se imaginan esa ira ciudadana sin Podemos?, ¿se la imaginan descontrolada y
suelta?, ¿se la imaginan en las calles? Los que ningunean a Podemos deberían
valorar su contribución al encauzamiento de esa indignación en los márgenes de
la democracia".
Resulta curioso
observar cómo los papeles en la historia
frecuentemente se trastocan. Miren ustedes por donde, frases como ésta
las repitieron una y otra vez los periódicos, la radio y la televisión de la
derecha durante la llamada "Transición política", a finales de la
década de los 70. Durante aquellos años
el poder se apercibió de que ante el grave deterioro político y la
profunda crisis económica resultaba
imprescindible tener a mano
organizaciones y partidos que
sirvieran de mullido colchón frente a la
iracundia de los que nada tenían que
perder. La habilidad que en aquellas frágiles circunstancias tuvieron unos y la
traición miope de otros, nos terminaron
arrastrando hasta la insondable crisis institucional que vivimos actualmente.
De lo que en el
fondo se ha tratado siempre, tanto ayer
como hoy, es de contener la ira de las
masas, de reconducirla por aquellos caminos que les impidan romper la
integridad de un sistema de dominio social
tan laboriosamente montado. Gracias a su larga experiencia, las clases
dominantes son conscientes de que en momentos
de crisis catastrófica se hace preciso ceder para no perderlo todo. No
tuvieron remilgos a la hora de retirar a
las cocheras a un monarca degradado y sin prestigio que les había servido de
instrumento idóneo durante casi cuarenta años. ¿Qué no hacer ahora, ante una
situación económica que no tiene salida y que, según todos los pronósticos,
empeorará irremediablemente en el curso de los próximos meses? Si, como sucediera en 1982, hay un partido
homónimo a aquel PSOE de las
chaquetas de pana que pueda cumplir ese
papel, ¿por qué no utilizarlo, aunque ahora lleve coleta?
Quienes
dirigen el sistema económico, que tiene ya más de dos siglos de antigüedad, han
aprendido inteligentemente las lecciones que le ha proporcionado su propia
historia. A la luz de lo que
contemplamos, sin embargo, los
que no
hemos aprendido nada somos todos nosotros.
Fuente: http://canarias-semanal.org/
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