Cartel
señalizador de la localidad pacense de Malcocinado.
Juan Manuel
García Martínez, el Chato de Malcocinado (*), nació en la localidad pacense de
dicho nombre el 14 de marzo de 1906. Primer hijo varón del bracero Joaquín
García Parrales y de su esposa, Brígida Martínez, a muy temprana edad —como
casi todos los niños de su condición social y época— tuvo que ponerse a
trabajar en el campo, para ayudar a la familia. Tras el advenimiento de la II
República, cuando aún era conocido en su pueblo como el Chato de Joaquinillo
—un apodo que no se ajustaba a la realidad física de su naturaleza, antes bien,
le fue adjudicado por todo lo contrario, es decir, por tener un apéndice nasal
mayor de lo común— se afilió a la recién creada organización local del
sindicato anarquista de la CNT.
Días antes de
la ocupación de Malcocinado por las tropas franquistas abandonó el pueblo
para incorporarse en Castuera a las milicias republicanas que se estaban
organizando en dicha localidad. En la primavera de 1937, tras la creación y
puesta en marcha del XIV Cuerpo de Guerrilleros por parte del Gobierno
republicano se incorporaría al mismo. Finalizada la contienda en 1939 regresó a
su pueblo sin que, en un principio, fuese molestado más de la cuenta por las
nuevas autoridades franquistas.
SI BEBES, NO HABLES DEMASIADO
Una noche de
mediados del mes de junio de 1940 la vida se le torció de manera definitiva
al ser detenido en una taberna de Malcocinado por varios miembros de la
organización local de Falange Española, parece ser que por proferir, en estado
de embriaguez, «que había que fusilar a todos los fascistas del pueblo».
Torturado y amenazado de muerte por sus captores, a finales de ese mismo mes se
fugó del depósito carcelario de la localidad donde se hallaba recluido. Semanas
más tarde se le uniría su novia, Josefa Bermejo Grueso —Paquita o Paco
en la guerrilla— junto a la que toma contacto con varios de los huidos de
su pueblo y otros que, evadidos de la cárcel de Azuaga y del campo de
concentración de Castuera, merodeaban por la zona.
A partir de
entonces y hasta su muerte en 1944 se convertirá, bajo el alias de Chato de
Malcocinado, en referente de una de las partidas de guerrilleros más numerosas
y activas de las que actuaron por las sierras limítrofes del sur de Badajoz y
el norte de Sevilla. Aunque no puede saberse con certeza cuántos fueron los
componentes de la misma, dado que la documentación al respecto es
bastante parca y confusa, sí podemos aventurar una cifra que estaría cercana a
los treinta guerrilleros para todo el periodo comprendido entre los años
1940-1944.
EL TERRITORIO DE EL CHATO
El radio de
acción de sus actuaciones estuvo enmarcado por la campiña extremeña de Llerena
al norte; al este por los términos municipales de Fuente Obejuna y Hornachuelos
en la provincia de Córdoba; las localidades sevillanas de Cazalla de la Sierra
y El Pedroso al sur y, por el oeste, los municipios del Real de la Jara
(Sevilla) y La Puebla del Maestre (Badajoz).
Apoyándose en
una amplia red de enlaces para las cuestiones de avituallamiento, información y
suministro, logró sobrevivir durante cuatro años al acoso tenaz de las
fuerzas del régimen franquista. Entre los vecinos de Malcocinado que colaboraron
con él encontramos los nombres del arriero Ramón Fernández; del pastor Manuel el
Manco; de un ranchero a quien llamaban Cigarrito que vivía en la
calle del Pilar y dos mujeres: Josefa la Pitina e Isabel Sillero la
Sultana, quien en una ocasión le trajo dos pistolas desde Sevilla.
En la Sierra
del Alta, en terrenos de la finca «La Valverda» del término municipal de Navas
de la Concepción contaba con la ayuda de la familia de Fernanda Gordo Galindo, la
Jabalina, además de la que le proporcionaban dos hermanos carboneros
apodados los Canitos (Juan y Manuel Muñoz Monterrubio) y el arriero
Pedro Sicilia. En la sierra del Gavilán, en Alanís, le amparaba la familia de
Agustina Chicote Hidalgo. En la localidad de Guadalcanal, donde pasó algunas
temporadas, encontraba refugio en las viviendas de Manuel y Felisa Gordo
Grueso, primos de su compañera Josefa Bermejo. Así mismo tenía enlaces en El
Cerro del Hierro, Azuaga y Cazalla de la Sierra (familia Ganazo).
UN ACIAGO 4 DE MARZO DE 1944
Durante los
casi cinco años que duró su vida en la sierra (1940-1944) su leyenda no
haría sino crecer entre los habitantes de las comarcas serranas de Sevilla y
Badajoz. La cuenta atrás de su declive comenzó a principios de la primavera
de 1944, concretamente el día 4 de marzo, cuando la Guardia Civil de
Malcocinado detuvo a uno de sus enlaces de confianza, el arriero de la
localidad Natalio Hernández, Charito. Tres días después el grupo
era detectado y tiroteado por fuerzas de la Guardia Civil en las cercanías del
almacén de La Velilla, cayendo abatido el guerrillero José Pajuelo Cabeza. Tras
el enfrentamiento la partida cruza las lindes de la provincia de Córdoba y se
interna en el término municipal de Fuente Obejuna. La madrugada del día 24 de
abril son detectados por una patrulla cerca de un arroyo próximo a la aldea de
La Posadilla donde los emboscan y tirotean dando muerte a dos de los
componentes más veteranos del grupo: Manuel Gallego Vizuete, el Cristo,
y Daniel Sánchez Díaz, Baldomero.
La mañana del
20 de julio la Guardia Civil se apuntaría otro tanto con la entrega voluntaria
en el Destacamento de La Chirivía (Alanís) de Cándido Prieto Gala y Juan
Sánchez Cordero quienes se habían incorporado al grupo a mediados del mes de
octubre de 1943. Tan sólo cuatro días más tarde, la madrugada del 24 de julio,
fueron abatidos Aureliano Díaz Viñuelas, Cantares, y José Sánchez
Arguijo, Calderón. El 16 de agosto fueron interceptados por fuerzas de
la Guardia Civil de Hornachuelos en la sierra del Alta, entablándose entre las
partes un violento enfrentamiento en el que incluso llegaron a utilizarse
granadas de mano. Aquel día caerían otros tres miembros del grupo:
Emilio Suárez Galván, Emilín, Jesús Suárez Gómez, el Azulito, y
un tercero sin identificar, en tanto el Chato de Malcocinado, su novia,
Josefa Bermejo y los guerrilleros conocidos como Chocolate, Barcinado, Nicolás
Prieto Gala y Francisco Carrizosa Sánchez, Pasos Largos. Este último
caería al día siguiente dentro de las lindes del término municipal de
Constantina.
ES HORA DE MORIR
El golpe
decisivo llegó con la deserción y entrega a la Guardia Civil de los
guerrilleros Manuel Vizuete Vizuete, Barcinado, y Francisco Moruno
Macías, Chocolate, quien a partir de ese momento comenzaría a colaborar
activamente con la jefatura del Servicio de Persecución de Huidos, quedando
incorporado desde entonces a la contrapartida del cabo Ruano. Apenas una semana
después, el día 25 de septiembre, Juan Manuel García Martínez, el
Chato de Malcocinado, sería abatido tras ser sorprendido por fuerzas de la
Guardia Civil en su refugio del Chozo del Ventillo, en terrenos de la finca
«La Chirivía Baja», de Alanís.
(*) Este texto, recién incorporado a la web www.todoslosnombres.org, es
parte del libro de José Antonio Jiménez Cubero ‘¡A vida o muerte! Guerrillas
antifranquistas en las sierras del norte de Sevilla’.
Fuente: http://www.andalucesdiario.es/
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