La crisis
del bipartidismo determina para IU una notable responsabilidad: liderar el
cambio en la Comunidad de Madrid.
nuevatribuna.es
| 08 Julio 2014 - 12:20 h.
Más de una
década de políticas ominosas, coronada por una crisis sin precedentes, ha
destrozado la cultura de cohesión y solidaridad que impregnó el nacimiento de
nuestra Comunidad.
Lastrada en
su origen por el bochornoso tamayazo, la política de la derecha, basada
en obra faraónica y privatización ha escalado cotas sin precedentes tanto en
destrucción de lo público como en transferencia de rentas a los sectores más
ricos y poderosos de Madrid.
“La crisis del bipartidismo
determina para Izquierda Unida una notable responsabilidad: liderar el cambio en la Comunidad
de Madrid”
En ese contexto, la mezcla de
industrialización y servicios con la que se construía una Comunidad de cohesión
ha dado paso a un erial industrial y un turismo de compras que, naturalmente,
sólo puede amparar salarios de miseria, trabajo temporal y baja productividad.
La izquierda
ha resistido pero no ha podido oponer una alternativa. El bipartidismo suponía
una evidente limitación a las posibilidades de cambio. La primera
responsabilidad de IU es afianzar la ruptura de ese modelo.
Tengo la
impresión de que mucha gente y no pocos analistas, incluidos afamados
politólogos de última hora, han dado por cerrado prematuramente el bipartidismo
y finiquitado con extraordinaria rapidez a los partidos que lo representan.
Es evidente
que la ciudadanía ha lanzado un nítido mensaje de hartazgo sobre el modelo y
los partidos que lo sustentan. No obstante, buena parte de ese mensaje se ha
basado en una alta abstención. Una parte del trabajo de quienes alentamos el
cambio consiste en transformar esa pasividad en una activa voluntad de
alternativa.
Otro riesgo
posible es confundir bipartidismo con sistema. Creo que en no pocos discursos
se percibe ese riesgo. Tanto entre quienes han expresado su rechazo activo al
bipartidismo como en quienes se han abstenido percibo una evidente demanda de
oxigenación democrática, regeneración, calidad democrática o como quiera
llamársele.
Deducir, a
partir de esa demanda, deseos de cambio en el modelo de estado,
nacionalizaciones económicas, de régimen electoral, etcétera cuando la
ciudadanía ni siquiera ha sido consultada a través de un programa me parece
excesivo.
En suma,
creo que nuestra primera obligación es consolidar la ruptura del bipartidismo.
Lo que nos exige dos elementos fundamentales: transmitir la idea de una
alternativa solvente y, segundo, no equivocarse de agenda política.
Izquierda
Unida está especialmente preparada para ambas cosas y, en consecuencia, para
abordar con energía nuestra segunda obligación: liderar programática, ideal y
políticamente el cambio en Madrid, sea cual sea la fórmula política que este
adopte.
Generar una
alternativa solvente requiere consolidar el esfuerzo programático que la
organización y el Grupo Parlamentario vienen realizando, eso solo será posible
si no desviamos la agenda política de lo que la gente demanda.
La gente
demanda lo público como garantía de solidaridad; el empleo como garantía de
cohesión y las personas como centro de la política. El cambio político es que
la gente llegue a final de mes y, si no lo hace, que lo público sea una ayuda y
no un coste. Es por eso que el cambio político en Madrid será un cambio fiscal.
Ese programa
puede tener, sin duda, un formato de convergencia política. La convergencia de
la izquierda, superadora de principismos ideológicos y basada en el programa,
está en los genes de la Izquierda Unida, fundada hace ahora 27 años.
No
necesitamos excesivas originalidades para avanzar sino ser fieles a nosotros y
nosotras mismos. La suma sobre base de programa y de agenda política compartida
es el primer paso para dar solvencia a la alternativa.
Si el debate
se centra sobre las personas, las imágenes o la nómina de agrupables no
avanzáremos mucho.
El
fortalecimiento de Izquierda Unida, del programa que representa y de su fuerza
institucional es una garantía de cambio en la Comunidad de Madrid. No renunciar
a ello por presiones de ninguna naturaleza es la garantía de que, finalmente,
venceremos al bipartidismo.
La
convergencia, el encuentro, la unidad de las fuerzas que desean el cambio
tienen en el fortalecimiento de Izquierda Unida el mejor recurso.
Una
militancia que no ha abandonado a la gente, que ha permanecido próxima a los
problemas diarios y batallado por una política de lo público y el derecho para
todos y todas, junto a un programa vinculado a la realidad, es el mejor
patrimonio para el cambio en Madrid.
Libertad Martínez
| Resp. Área de Relaciones Políticas IUCM
Fuente: www.nuevatribuna.es

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