Sábado, 2 de marzo de 2013
En la primera parte de esta serie
sobre la transición les comentaba que los españoles perdieron su memoria, su
memoria histórica. La perdieron y no la recuperaron. ¿Cómo pudo ocurrir esto?,
¿cómo ocurrió? El sabio español Gonzalo Puente Ojea nos lo indica:
Por lo que se refiere a
España, este inquietante estado de cosas se debe sobre todo a la ´extensa y
honda brecha generacional´ producida por la perpetuación, durante más de
cuarenta años, de un régimen político auspiciado y legitimado por la Iglesia
para borrar de la ´memoria colectiva´de los ciudadanos los factores y las
traumáticas crisis que nos condujeron al estallido de 1936. Cuarenta años
destruyen el ´enlace´entre generaciones produciendo una verdadera falla
geológica en el proceso de continuidad histórica.(1)
Todo esto se nota hoy, los
españoles están profunda y notoriamente desorientados. Quien desconoce su
historia, su pasado, carece de sabiduría para saber afrontar las
"nuevas" circunstancias. De hecho, si tuviesen esa sabiduría
mínima que da la memoria histórica, verían que esas nuevas circunstancias no
son tan nuevas; y que en realidad era perfectamente predecible lo que iba
a ocurrir y ha ocurrido. Es lo que comentaba en la parte primera, los
españoles de a pie se convirtieron en personas fácilmente manipulables y
explotables, y el poder económico en España siempre ha carecido de escrúpulos para
aprovechar estas ocasiones.
Gran parte de la responsabilidad
y de la culpa de toda esta deriva también es debida a la corrupción política
que hubo en los denominados partidos de izquierda.
Lamentablemente, los partidos
de oposición -sobre todo los dirigentes, no la militancia de base- jugaron el
juego de los interesados en ´borrar´toda memoria de lo que cada ciudadano había
hecho durante la dictadura franquista, desde el vértice representativo hasta el
último escalón político del Estado.(1)
La irresponsabilidad e
inmoralidad de los dirigentes del PSOE, como también del PCE, fue enorme,
posibilitando y creando la catástrofe política, social y económica que ahora se
extiende como una mancha de petróleo por el país. Se perpetuó la
injusticia social, política y económica que ha dado estos frutos.
Los protagonistas del
franquismo y sus clientelas se frotan las manos por la estulticia de una
oposición tan irresponsable, y fungen ahora, con las mismas caras aunque algo
envejecidas, como demócratas de toda la vida.(1)
Viendo todo esto, ¿se extrañan de
lo que ha venido ocurriendo y ha ocurrido en España? Creo, sinceramente, que
no.
Notas:
(1) Gonzalo
Puente Ojea. Elogio del ateísmo. Los espejos de una ilusión. Siglo XXI.
1995.

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