Bildu, entre las elecciones y la lucha desde abajo
Artículos de
Opinión | Jesús M. Castillo | 19-10-2012 |
En primer
lugar, debemos celebrar que la izquierda abertzale pueda presentarse a estas
elecciones con su formación Euskal Herria (EH) Bildu, tras haber sido
autorizada por el Tribunal Constitucional en mayo de 2011. Cientos de miles de
vascos y vascas podrán votar a su opción política, lo que no ocurrió en las
elecciones al Parlamento Vasco de marzo de 2009. Aun así, para defender una
democracia real debemos seguir exigiendo la derogación de la infame Ley de
Partidos.
Las próximas
elecciones en Euskadi del 21 de octubre llegan en un momento especialmente
importante; se celebran en un “otoño caliente” con la lucha contra los recortes
y con el movimiento independentista catalán más fuerte que nunca tras la masiva
manifestación de la Diada. Así, los resultados de estas elecciones van a marcar
el posicionamiento del Gobierno vasco y de la oposición, tanto en la lucha
contra los recortes sociales —que el gobierno de Patxi López ha frenado
parcialmente como estrategia electoral— como en la batalla por la independencia
de Euskal Herria.
Las
encuestas auguran un descenso considerable del PSE y una bajada del PP, dando
una victoria ajustada al PNV de Urkullu sobre EH Bildu, cuya cabeza de lista es
Laura Mintegi. La diferencia entre PNV y Bildu en las generales de noviembre de
2011 fue sólo de unos 40.000 votos. El nuevo Parlamento Vasco tendrá una
contundente mayoría nacionalista, con la posibilidad de que el PNV pinche en
Araba (territorio favorable al PP y en menor medida al PSE) y Bildu obtenga la
victoria.
El programa
electoral de EH Bildu (los otros ya los conocemos suficientemente) gira
alrededor de tres ejes: la lucha contra la crisis económica, el proceso de
normalización política y los avances para conseguir ser un nuevo estado de
Europa. Destacan medidas como un compromiso firme contra el fraude fiscal, una
reforma del IRPF para que éste sea más progresivo, impuestos sobre las grandes
fortunas, reducción de la jornada laboral, salario mínimo interprofesional
superior a 1.075 euros, jubilación a los 65 años, prohibición de las ETTs, etc.
La posición
del PNV, ya sea desde el gobierno o desde la oposición, parece clara en función
de su historia y sus movimientos recientes. Es hostil a un acuerdo de gobierno
con EH Bildu, acuerdo que podría darse quizás en la línea independentista, pero
que sería mucho más difícil en la política social. La actuación de Urkullu en
el gobierno sería tibia, jugando con los recortes sociales y, posiblemente, sin
impulsar iniciativas como el Plan Ibarretxe; aunque estaría influida por las
exigencias de independencia en Catalunya.
La entrada
de la izquierda abertzale (EH Bildu) en Ajuria Enea con Laura Mintegi como
lehendakari abriría un panorama inédito en Euskadi, muy interesante en un
contexto de crisis económica y masivas reivindicaciones independentistas en
Catalunya.
Dicho esto,
EH Bildu no defiende posiciones anticapitalistas —aún menos socialistas— sino
keynesianas; aboga por reformas llevadas a cabo desde las instituciones. Por
este motivo muchos y muchas activistas, incluso de la propia izquierda
abertzale, se preguntan si la coalición será capaz de vertebrar las luchas
desde abajo por la justicia social deseadas por una parte importante de la base
abertzale. Aun así, una victoria de EH Bildu sería un gran paso adelante.
Otro factor
clave es la huelga general en Euskal Herria del 26 de septiembre, convocada por
la mayoría sindical vasca liderada por ELA y LAB (ver caja).
Frente a un
gobierno de Rajoy con mayoría absoluta, pero con pies de barro en el contexto
de un rescate total del Estado español, luchas fuertes y coordinadas del norte
al sur del Estado español contra la austeridad antisocial del PP, el PSOE, el
PNV y CIU son más necesarias que nunca.
La
combinación de la lucha desde abajo contra la austeridad capitalista —en un
contexto de crisis económica de muy larga duración— con el impulso decidido de
los procesos de independencia y la solidaridad entre los pueblos del Estado
español, podría hacer caer al gobierno de Rajoy y debilitar al Estado español,
garante de los intereses de grandes banqueros y empresarios.
Fuente: http://tercerainformacion.es/
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